jueves, 1 de marzo de 2012

PARKER: DE LA HAMBURGUESA AL BRAZALETE



por Carlos Martín Rio

A falta de unos cuantos meses para la disputa del Mundial de Estados Unidos (1994) Scott Parker era un chico anuncio con un peinado terriblemente noventero que daba muestras de su habilidad con el balón en un spot de uno de los patrocinadores principales del torneo de la FIFA, la cadena de comida rápida McDonald’s. El joven, que había nacido en Londres hacía 13 años, no vería por la televisión a su selección jugar aquel campeonato del mundo. Los pross, comandados por Graham Taylor, fracasaron estrepitosamente en la fase de clasificación, viéndose superados por Holanda y Noruega. 18 años después, no hay novedad. Los ingleses han ido acumulando un trauma detrás del otro, fallando en cada una de las nuevas oportunidades que se presentan en un gran torneo. Esta noche, en Wembley, han perdido contra Holanda (2-3). Suenan las alarmas.

A las puertas de otra gran competición, la Eurocopa de Ucrania y Polonia, las sensaciones no son ni por asomo más alentadoras de lo que se ha vivido en las dos últimas décadas. Después del descalabro sudafricano, los problemas se han ido sucediendo uno detrás de otro, empezando por la sanción a Wayne Rooney –se perderá, y gracias, los dos primeros encuentros de la competición-, y acabando con la sorprendente dimisión del seleccionador Fabio Capello, hace unas semanas. Sus desavenencias con la FA en relación a la retirada de la capitanía de John Terry –el jugador del Chelsea está inmerso en un escándalo de racismo- pesaron demasiado y ahora todo está patas arriba. La solución de emergencia es Stuart Pearce, que ocupa el cargo de manager interino a la espera de que el órgano futbolístico más antiguo del mundo tome la decisión adecuada. Mientras la mayoría de dedos señalan a Harry Redknapp como el sucesor más conveniente, Pearce ha tenido la responsabilidad de recolocar el brazalete de capitán antes del primer amistoso de la era post-Capello.

Scott Parker, el mismo niño que anunciaba hamburguesas, el mismo que fue votado mejor jugador de la Premier League en 2011, ha sido el elegido. Algunos apuntaban a Steven Gerrard como la opción más lógica. Líder y alma de un grande como el Liverpool durante años y un fijo con 89 (hoy 90) internacionalidades, el red parecía un valor seguro. La de Parker ha sido otra historia, pero si el presente es lo que vale –y es así en el fútbol-, no podemos obviar que el del Tottenham, que despegó tras cuatro años sobresalientes en el West Ham, vive en el pico de su madurez.

Su planta elegante y su pose de centrocampista clásico lo definen estéticamente sobre el terreno. Trata bien el balón, lo distribuye con soltura y se mueve con criterio e inteligencia. Además tiene carácter, se compromete con la causa y su actitud suele ser la de no rendirse. Esa es la cara buena. Luego, cuando el esférico pertenece al rival, enseña su versión más contundente. Con acciones duras y demasiadas veces excesivas, se ha ganado alguna que otra expulsión evitable. La dureza y el hecho que confunda el compromiso y la entrega con la violencia son algunos de los argumentos habituales de sus críticos. Su gran prueba en este sentido será precisamente la Euro de 2012. Los árbitros, que no dejarán pasar una, se fijarán en Parker, y él tendrá que controlarse para evitar circunstancias que en la rutina liguera pueden ser anecdóticas pero que en una competición corta pueden condenarlo, indefenso ante una prensa y una opinión pública que siempre busca culpables –que se lo pregunten a David Beckham-.

¿Infravalorado? ¿Sobrevalorado? Es curioso que con un jugador se utilicen los dos términos. Lo cierto es que solo cuenta con once internacionalidades absolutas en su haber, que se han sucedido con cuentagotas desde su debut en 2003, cuando pertenecía todavía al equipo que lo vio crecer, el Charlton Athletic. Antes, en 1996, ya había sido seleccionado para jugar con la sub-16 y fue completando su formación con apariciones en la sub-18 y la sub-21. Los altos y bajos y la experiencia frustrada en el Chelsea (2004/05) le obligaron a labrarse un camino alternativo cuando su carrera parecía llamada a ser meteórica. En Newcastle renació y en 2007, de vuelta a Londres para ser hammer, se autoafirmó como el líder que todos esperaban. Hoy, vestido con el cada vez más glamuroso blanco del Tottenham Hotspur, el luchador que nunca se rinde ahora quiere convencer para quedarse el brazalete en posesión.

En Wembley no se ha vivido precisamente una fiesta. Pero si el barco se hunde por lo menos tenemos claro que el capitán, Scott Parker, no saldrá en un bote.

2 comentarios:

Costa dijo...

Per a mi Parker no té fusta de líder líder per comandar una selecció.

És un gran jugador, però Gerrard seria l'elecció lògica.

Dit això, pronostico que Anglaterra tornarà a fracassar...

Ah, i la millor època, per millor o per pitjor, la va tenir com a Hammer!

Carlos Martín Rio dijo...

Molt d'acord, la millor època va ser com a hammer, està clar, així ho he mirat de reflectir al text. El descens, però, el va obligar a buscar-se la vida. Una pena que estigueu a la Championship. Tornareu.