La mítica grada de Anfield ya no suena como antes. El clamor eufórico de otras temporadas ahora es un cántico medio religioso, de los que creen pero no confían, de los que estan cansados de la decepción pero no pierden la fe. El "problema" más grande que tiene el Liverpool, probablemente, es que le resulta muy complicado hacer un equipo con la calidad necesaria para estar a la altura de su afición. En Anfield el público empuja y ayuda a sus jugadores a llegar siempre un nivel por encima de las espectativas. Ahora a los sufridos aficionados les toca empujar a un equipo que desespera por su apatía y les toca aguantar estoicamente la ineptitud de los que han gobernado la institución en los últimos años.
Es evidente, las cosas no van bien en el mágico club del Merseyside. Los problemas financieros que acercan a la entidad a la bancarrota, las disputas con los ya expropietarios norteamericanos del club, una auténtica guerra civil, y la horrible política de fichajes, son algunos de los factores a los que hay que acudir para entender la profunda crisis institucional que sufre el Liverpool. A nivel deportivo, el equipo viaja a la deriva sin rumbo ni control. Dejados totalmente a la inspiración de Torres y al corazón de Gerrard, obligados a confiar en el esquema rácano y miedoso de Benítez, un técnico que se crece en las grandes ocasiones, pero que pierde la calma en la guerra de cada semana en la Premier, los reds viven a la sombra de su historia mientras otros clubs con una apuesta más valiente -ahí está el Tottenham, el ManCity y, por supuesto, el Arsenal- le comen el terreno y lo condenan a un segundo o tercer plano.
El Liverpool recibía este domingo a un Chelsea extramotivado por la proximidad del Manchester United y por la cercanía del alirón. Nadie dudaba que los de Ancelotti, com así sucedió (0-2), se iban a llevar los tres puntos de Anfield. En The Kop, el caliente fondo de Anfield, se conformaban con que el titulo no viajara a Manchester por su culpa. Pero les tiene que doler en el alma. Llevan tantos años siendo una comparsa en Inglaterra, que situaciones como las de ayer tienen que hacer daño de verdad. Porque mientras otros se juegan la liga tú te conformas con no haber regalado el campeonato a tu mayor rival. Luego, al salir del estadio, los aficionados, mientras se quitan la bufanda, no pueden evitar pensar: "antes nosotros éramos ellos".
Otro año sin títulos, la próxima temporada fuera de la Liga de Campeones, el título de Liga a años luz y con pronóstico de que en los años venideros va a ser imposible luchar por estar arriba. Con Benítez a punto de saltar del barco en pleno naufragio -¿camino de Italia? en la Juve encajaría-, con Torres eternamente en la órbita de otros clubs, con Gerrard literalmente hasta los mismísimos, con un grupo de jugadores sin compromiso ni calidad que no sirven para ganar una Premier, sin una Libra en la caja...
Lo único que tienen es que siguen siendo el Liverpool y saben perfectamente que nunca caminarán solos.
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