por Carlos Martín Rio
Un Mundial no empieza del todo hasta que el campeón no entra en juego. Pero,
visto lo visto ayer en Salvador, será mejor dar por iniciado el campeonato sin
esperar que el defensor del título haga acto de presencia. Mientras, aprovechamos
para dar la bienvenida a la primera gran revelación del torneo: esa Holanda
sensacional que borró del mapa a una España cansada (literalmente) de ganar.
Las razones para explicar la victoria oranje se encuentran en el magnífico
planteamiento táctico de Louis van Gaal, plasmado sobre el campo por un grupo
disciplinado y riguroso que además demostró acierto y clase en la definición. Pero, para entender que además de ganar humillaran a su rival, hay que acudir a
razones psicológicas. Los Países Bajos se comieron a España en todos los
sentidos. La desesperaron. Le hicieron sentirse lenta y decrépita. Adivinaron todos sus movimientos, tan previsibles. La presión
de su línea de cinco fue asfixiante, mortal para un equipo que movía el balón
con una ineficaz parsimonia. Las acciones de calidad de Diego Costa, Iniesta o
Silva fueron destellos tan aislados que solo contribuyeron al desconcierto
general. Ni siquiera el penalti transformado por Xabi Alonso varió el guión.
Fue un espejismo. Los de Del Bosque se descomponían sin remedio mientras a las
espaldas de su defensa los holandeses campaban a sus anchas. Detectaron un punto débil entre Ramos y Piqué y lo
torpedearon sin piedad. Cuando Blind conectó con el holandés volador –Van Persie-,
la sentencia ya estaba firmada. Tras el descanso, Casillas lideró el esperpento
y Robben, protocandidato a Balón de Oro y Bota de Oro del torneo, se
divirtió como nunca. Los que todavía definen a los equipos de Van Gaal como
antipáticos, toscos y rudos, debieron quedar desconcertados al ver la sonrisa de
niño pillo de Arjen.
1-5. Historia del fútbol. Llevamos dos días de competición y ya tenemos
algo para recordar. La humillación de un campeón que cayó cinco veces a la lona
y quedó tan noqueado como sorprendido. La arrogancia nunca es buena, pero es
inevitable en los ganadores. La humildad, en cambio, es un valor que se
adquiere a golpes. En pocos días sabremos si tal paliza supone la despedida
definitiva de esta generación que ha dominado el fútbol de selecciones en los
últimos seis años. También dilucidaremos pronto hasta dónde puede llegar esta
Holanda. Su futuro ya está escrito, aunque no creo que Van Gaal nos deje ojear
esa libreta.