domingo, 26 de junio de 2011

VILLAS-BOAS: LA MADUREZ DE UN JOVEN PRODIGIO

por Carlos Martín Rio

Cansado de escuchar siempre la misma canción, André Villas-Boas insiste en que el paralelismo de su carrera con la de su antiguo jefe, José Mourinho, no es más que una simple casualidad. Pero las comparaciones son inevitables, y en el Chelsea, donde el 'Special One' dejó un fantástico recuerdo, se preguntan si va a ser otro portugués el que les devuelva la ilusión perdida. 

El de André Villas-Boas, de 33 años, es un caso especial. A diferencia de la mayoría de entrenadores que hoy ocupan cargos en la primera línea del fútbol mundial, el técnico de Oporto nunca jugó al fútbol de manera profesional. Ni siquiera tuvo una alargada carrera como futbolista a nivel amateur. Desde que era un adolescente y aunque planeó un futuro como periodista deportivo, su vocación fue la de ocupar un cargo en el banquillo, la de trabajar en el ‘staff’ técnico de un equipo. Estudiar a los rivales, idear estrategias y explotar el talento de los jugadores.

De hecho, podemos establecer que su carrera arrancó cuando tenía sólo 16 años. Como joven hincha del Porto que se preocupaba por el equipo de sus amores, un buen día se puso en contacto con el por aquel entonces entrenador de los 'dragones', Bobby Robson, para intercambiar unas cuantas impresiones. No fue difícil llegar hasta él, pues el técnico inglés se instaló precisamente en el edificio donde vivía Villas-Boas. Sir Bobby, siempre despierto tras esa fachada de bonachón despistado, no pasó por alto el talento y el entusiasmo futbolístico de su vecino, y le dio un cargo en su equipo de ojeadores. Era el año 1994.

En el 2000, con 21 años, vivió su primera experiencia como entrenador en jefe. En la federación de las Islas Vírgenes nunca llegaron a tener clara la edad de Villas-Boas, que ocupó el cargo de seleccionador durante unos meses que le sirvieron para curtirse antes de regresar a Portugal y comenzar su escalada al triunfo. Después de aquella exótica experiencia –en la que aprendió a recibir goleadas como el 14-1 que le endosaron las Islas Bermudas en partido de clasificación para el Mundial 2002-, volvió al Porto para ser el asistente de José Mourinho.

Tras Robson, Mourinho fue el segundo profesor de Villas-Boas. Estuvo siete años trabajando como asistente a su cargo, aprendiendo y preparando su ambicioso salto a un reto mayor. Fue hombre de confianza de Mourinho en Oporto y en Londres, pero cuando sus caminos se separaron, en Milán, en el año 2009, y Villas-Boas se marchó a la Académica de Coimbra, su relación ya se había enfriado. Hoy quiere marcar las distancias cuando se le compara con Mou. Su personalidad y su forma de entender el juego es diferente. “Respeto a José, pero no quiero ser un clon suyo”, dijo en una ocasión. Futbolísticamente, el juego de Villas-Boas es más ofensivo y estético que el que le gusta practicar a Mourinho. En esta temporada en que su Porto se ha convertido en el único equipo en lograr por segunda vez el triplete –Liga, Copa y competición europea-, nos hemos divertido con los 'dragones'. En su esquema, los delanteros están apoyados tanto por los futbolistas de la segunda línea como por los laterales, y la intensidad es máxima: la presión defensiva es asfixiante y la insistencia para buscar el ataque llega a ser desesperante para sus rivales. El Porto ha sido una apisonadora en la Liga –acabaron como líderes imbatidos- y vencieron en la Europa League con algunas goleadas de escándalo y una sensación general de superioridad.

El técnico más joven de la historia en ganar una competición europea es también el entrenador por el que se ha pagado el traspaso más caro de la historia (15 millones de euros). Ante sí tendrá el reto lavar la cara al Chelsea. Los 'blues' piden a gritos una renovación después de haberse agotado ese ciclo que, de la mano del magnate Abramovich, dio por iniciado el mismo José Mourinho en 2004, con Villas-Boas como testigo directo -él era quien preparaba los DVDs personalizados en los que se describían las características de los rivales-. Hoy la responsabilidad es toda suya. Empezó como un adolescente en el Porto y en el Porto se hizo mayor. Más tarde, allí mismo se hizo grande. Hoy es un técnico maduro que tiene la obligación de enderezar el camino de un club donde la exigencia viene marcada por los millones invertidos y donde la abundancia es un arma de doble filo. No es José Mourinho, ni quiere serlo. Es André Villas-Boas.  

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