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El próximo domingo en el estadio “Monumental”, Uruguay y Paraguay definirán el campeón de la 43ª edición de la Copa América. Un duelo que no era el que todos esperaban, pero que por el andar de los últimos años tampoco podía descartarse del todo. Tras vencer a peruanos y venezolanos respectivamente, ‘celestes’ y ‘guaraníes’ definirán por primera vez cara a cara quien es el capo del continente.
Hay dos maneras de llegar a una instancia decisiva: por merecimientos o por obra y gracia de la casualidad y la suerte. Uno y otro han desandado estos caminos. Y ya sabemos cual ha transitado cada uno. Los del ‘Maestro’ Tabarez el primero, los del ‘Tata’ Martino el segundo.
Uruguay ha ratificado en esta Copa América todo lo bueno que había realizado en el Mundial de Sudáfrica donde alcanzó el cuarto puesto. Con un trabajo a conciencia en el que se conformó un equipo y no una selección, la ‘celeste’ es no sólo el mejor equipo de esta Copa, sino que es el mejor del continente.
Desde su eliminación frente a Australia en el repechaje para el Mundial de Alemania 2006, los ‘charrúas’ tocaron fondo y dijeron “no va más”. Desde 1990 hasta su caída con los australianos, diez entrenadores dirigieron los destinos de la selección. Eso evidenció la falta de un plan de trabajo serio con objetivos claramente establecidos que se tradujo en la ausencia uruguaya de los mundiales de Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Alemania 2006, sin contar la eliminación en primera ronda de Corea y Japón 2002 donde no pudo ganar ningún encuentro.
En ese período apenas se puede rescatar la obtención de la Copa América de 1995, disputada en su propio país y con un Enzo Francescoli inmenso. Pero ese título fue apenas un oasis, tres semanas de vértigo, adrenalina y concentración que no encontró persistencia en el tiempo.
Tabarez asumió en 2006 y no sólo se preocupó por la mayor sino que exigió a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) un correlato entre el trabajo de los grandes con el de las selecciones juveniles. Uruguay acaba de ser subcampeón mundial sub 17 en México, va a participar en el Mundial sub 20 de Colombia y consiguió boleto para los olímpicos de Londres 2012, competencia en la que estará presente por primera vez desde 1928.
El triunfo por 2-0 en La Plata frente a Perú por semifinales no es más que la ratificación y el premio a todo lo que se ha venido trabajando. No ha sido brillante el combinado ‘charrúa’, difícilmente le veamos dar más de cinco pases seguidos, no cuenta con un Messi o un Neymar, pero ha hecho propio eso de que el todo es más que la suma de las partes. Tiene todo en su dosis justa: un arquero confiable, una defensa que entrega sangre, sudor y lágrimas, un mediocampo que es una picadora de carne que no sabe lo que es el egoísmo y una delantera que es magia, eficacia y gol en estado puro. No hace falta dar nombres, porque no les importa salir en las portadas.
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Por otro lado Paraguay. Hace 15 años que juega a lo mismo. En Francia 1998 se destacó ese tacticismo que maquillaba carencias técnicas y que obligó a la local a ir a tiempo suplementario en “su” Mundial. En ese entonces era heroico, luego de 12 años sin participaciones mundialistas y constantes decepciones a nivel continental. Hoy Paraguay es lo mismo, no ha evolucionado. Se supone que aquella épica actuación debería haber servido para impulsar el balompié guaraní. Ver un partido del equipo de Martino es más aburrido que bailar con la madre. Juega a no perder, así sea Brasil o Venezuela. Por primera vez en 95 años de esta competición un seleccionado llega a la final sin haber ganado un solo partido.
En primera fase empates con Ecuador (0-0), Brasil (2-2) y Venezuela (3-3). En cuartos empate con la ‘canarinha’ (0-0) y triunfo en los penales. Y anoche con Venezuela lo mismo. Y la ‘vinotinto’ mereció más porque siempre intentó pasar el balón a los que vestían igual, porque generaron situaciones gol, pegaron tiros en los palos e hicieron enorme la figura de Justo Villar. Paraguay es finalista por primera vez desde 1979 cuando venció a Chile y busca su tercer entorchado continental. Si lo logra no será muy recordado, más que por la estadística y la anécdota de cómo llegó hasta allí.
Párrafo aparte para Venezuela. Pasó de ser la cenicienta del continente a un equipo respetado por todos (menos por los chilenos que lo subestimaron a más no poder y así les fue) que alcanzó por primera vez en su historia las semifinales y arañó el pase a la final, lo que hubiera sido un hecho imborrable para la historia deportiva del país de Simón Bolivar. Igual el sueño bolivariano está hecho y como nunca, la ‘vinotinto’ parte con serias posibilidades de hacerse un lugar en el Mundial de Brasil 2014.
En definitiva, Paraguay y Uruguay dirimirán un final, perdón por el chiste fácil, muy ‘guay’. Hace un mes, con el descenso de River Plate el “Monumental” se tiñó de celeste por el ascenso de Belgrano de Córdoba. El domingo, el celeste puede seguir predominando salvo, claro, que el azar y la casualidad se vistan una vez más de rojo y blanco.
Hay dos maneras de llegar a una instancia decisiva: por merecimientos o por obra y gracia de la casualidad y la suerte. Uno y otro han desandado estos caminos. Y ya sabemos cual ha transitado cada uno. Los del ‘Maestro’ Tabarez el primero, los del ‘Tata’ Martino el segundo.
Uruguay ha ratificado en esta Copa América todo lo bueno que había realizado en el Mundial de Sudáfrica donde alcanzó el cuarto puesto. Con un trabajo a conciencia en el que se conformó un equipo y no una selección, la ‘celeste’ es no sólo el mejor equipo de esta Copa, sino que es el mejor del continente.
Desde su eliminación frente a Australia en el repechaje para el Mundial de Alemania 2006, los ‘charrúas’ tocaron fondo y dijeron “no va más”. Desde 1990 hasta su caída con los australianos, diez entrenadores dirigieron los destinos de la selección. Eso evidenció la falta de un plan de trabajo serio con objetivos claramente establecidos que se tradujo en la ausencia uruguaya de los mundiales de Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Alemania 2006, sin contar la eliminación en primera ronda de Corea y Japón 2002 donde no pudo ganar ningún encuentro.
En ese período apenas se puede rescatar la obtención de la Copa América de 1995, disputada en su propio país y con un Enzo Francescoli inmenso. Pero ese título fue apenas un oasis, tres semanas de vértigo, adrenalina y concentración que no encontró persistencia en el tiempo.
Tabarez asumió en 2006 y no sólo se preocupó por la mayor sino que exigió a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) un correlato entre el trabajo de los grandes con el de las selecciones juveniles. Uruguay acaba de ser subcampeón mundial sub 17 en México, va a participar en el Mundial sub 20 de Colombia y consiguió boleto para los olímpicos de Londres 2012, competencia en la que estará presente por primera vez desde 1928.
El triunfo por 2-0 en La Plata frente a Perú por semifinales no es más que la ratificación y el premio a todo lo que se ha venido trabajando. No ha sido brillante el combinado ‘charrúa’, difícilmente le veamos dar más de cinco pases seguidos, no cuenta con un Messi o un Neymar, pero ha hecho propio eso de que el todo es más que la suma de las partes. Tiene todo en su dosis justa: un arquero confiable, una defensa que entrega sangre, sudor y lágrimas, un mediocampo que es una picadora de carne que no sabe lo que es el egoísmo y una delantera que es magia, eficacia y gol en estado puro. No hace falta dar nombres, porque no les importa salir en las portadas.
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Por otro lado Paraguay. Hace 15 años que juega a lo mismo. En Francia 1998 se destacó ese tacticismo que maquillaba carencias técnicas y que obligó a la local a ir a tiempo suplementario en “su” Mundial. En ese entonces era heroico, luego de 12 años sin participaciones mundialistas y constantes decepciones a nivel continental. Hoy Paraguay es lo mismo, no ha evolucionado. Se supone que aquella épica actuación debería haber servido para impulsar el balompié guaraní. Ver un partido del equipo de Martino es más aburrido que bailar con la madre. Juega a no perder, así sea Brasil o Venezuela. Por primera vez en 95 años de esta competición un seleccionado llega a la final sin haber ganado un solo partido.
En primera fase empates con Ecuador (0-0), Brasil (2-2) y Venezuela (3-3). En cuartos empate con la ‘canarinha’ (0-0) y triunfo en los penales. Y anoche con Venezuela lo mismo. Y la ‘vinotinto’ mereció más porque siempre intentó pasar el balón a los que vestían igual, porque generaron situaciones gol, pegaron tiros en los palos e hicieron enorme la figura de Justo Villar. Paraguay es finalista por primera vez desde 1979 cuando venció a Chile y busca su tercer entorchado continental. Si lo logra no será muy recordado, más que por la estadística y la anécdota de cómo llegó hasta allí.
Párrafo aparte para Venezuela. Pasó de ser la cenicienta del continente a un equipo respetado por todos (menos por los chilenos que lo subestimaron a más no poder y así les fue) que alcanzó por primera vez en su historia las semifinales y arañó el pase a la final, lo que hubiera sido un hecho imborrable para la historia deportiva del país de Simón Bolivar. Igual el sueño bolivariano está hecho y como nunca, la ‘vinotinto’ parte con serias posibilidades de hacerse un lugar en el Mundial de Brasil 2014.
En definitiva, Paraguay y Uruguay dirimirán un final, perdón por el chiste fácil, muy ‘guay’. Hace un mes, con el descenso de River Plate el “Monumental” se tiñó de celeste por el ascenso de Belgrano de Córdoba. El domingo, el celeste puede seguir predominando salvo, claro, que el azar y la casualidad se vistan una vez más de rojo y blanco.
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