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¿Cuántas veces se habrá usado la mítica frase de Dante Panzeri de que “el fútbol es la dinámica de lo impensado”? Millones. No por intentar ser original puede eludirse esta trillada cita, ya que si la misma fuera un saco, a esta Copa América bien le quedaría. Cuando todos esperábamos unas semifinales entre Argentina-Colombia y Brasil-Chile, la dinámica de este deporte maravilloso nos da unos improvistos pero emocionantes Uruguay-Perú y Paraguay-Venezuela.
No existen órdenes de batacazos, pues todos fueron resultados que no se esperaban. Pero si uno destaca por sobre los demás, ese fue el de Venezuela. La ‘vinotinto’ llega a semifinales por primera vez en su historia habiendo dejado en el camino a Chile que, en San Juan por la cercanía con su país, era local. En un partido en el que la ‘roja’ regaló un tiempo, Venezuela aprovechó el trabajo de laboratorio de su entrenador César Farías para vivir de la química de la pelota detenida pese al dominio abrumador ejercido por los de Claudio Borghi en el segundo tiempo.
Venezuela es semifinalista porque su premisa es básica y sagrada: pasar el balón a los que tengan la misma camiseta. No es un culto a la brillantez pero sí que se basan en el convencimiento y el respeto de una idea. Ayer frente a Chile no pudo imponer sus condiciones porque, jugador por jugador, los chilenos son superiores. Pero jamás dejó de intentarlo. Siempre que pudo salió jugando desde el fondo y evitó el pelotazo como ‘modus operandi’. La ex cenicienta del continente tiene argumentos para soñar con más pues tiene jugadores confiables en todas sus líneas como Oswaldo Vizcarrondo en defensa –uno de los mejores centrales de esta edición-, un mediocampo muy técnico con Arango y el ‘Maestrico’ González y delanteros punzantes como pueden ser Miku, Rondón o Maldonado.
Chile mereció algo más, pero de seguro no olvidará jamás esta lección y deberá darse un baño de humildad. El entusiasmo por contar con la mejor generación de futbolistas de su historia muy bien amalgamados en su momento por Marcelo Bielsa más el nuevo aporte de Borghi, sumado al masivo apoyo que recibía el seleccionado en San Juan o Mendoza, las eliminaciones de Argentina y Brasil, además de enfrentar a un rival “débil” llevó a una soberbia inusitada en la prensa y los hinchas de la ‘roja’ que ya se veían vistiendo santo. Y no es así, porque Chile cuenta con jugadores para escribir la historia, pero esta aún está virgen. Hay margen para el aprendizaje y con seguridad serán animadores de las próximas eliminatorias mundialistas y dirán presente en Brasil 2014.
Por su parte, lo de Paraguay es muy extraño. Los del ‘Tata’ Martino ya están en semifinales pese a no haber ganado partido alguno. Habiendo pasado como segundo mejor tercero luego de tres igualdades en primera ronda frente a Ecuador, Brasil y Venezuela, los guaraníes se midieron con la pentacampeona mundial, que fue superior en todo momento y que si no abrió el marcador en 120 minutos fue obra y gracia del portero Justo Villar que tapó todo lo que le tiraron y fue clave parándole un penal a Thiago Silva en la definición. Además fallaron Elano, Fred y André Santos…demasiadas facilidades.
Muy pocos merecimientos de Paraguay para estar entre los cuatro primeros. Ya lo había advertido su entrenador tras el empate agónico sufrido frente a los venezolanos por la última jornada de la primera fase: “merecimos perder”, dijo. Y ayer no fue la excepción y sin pelos en la lengua reconoció: “hoy tuvimos culo”. Con muchísimo sacrificio y gran sentido de la solidaridad para doblar las marcas en todo momento, además de una intensa rigurosidad táctica que mantuvo a todas sus líneas bien juntas, los paraguayos tiraron de la épica y desmoronaron anímicamente a la ‘canarinha’. Su deuda, sin dudas, es futbolísitca. Su entrega, emocionante.
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Por el otro lado del cuadro Perú dio un sorpresón frente a Colombia, uno de los equipos de mejor rendimiento en la fase inicial sobre todos desde el partidazo frente a Argentina en Santa Fe. Los de Sergio Markarián ven la luz luego de años de oscuridad y algunos ya se emocionan recordando los maravillosos años ’70. Los años de Cubillas, Sotil, Oblitas, Chumpitaz y más, que muy lejos están de volver pero que de esta forma seguro se está más cerca. Perú no tiene mucho más que orden y humildad, demasiado para lo que se ha visto hasta el momento.
Los peruanos supieron aprovechar la tibieza de los colombianos que jamás pudieron asimilar el mote de “candidatos” adquirido luego de una muy buena primera ronda en la que consiguió siete puntos de nueve y no recibió goles. Así, se vio una Colombia timorata, incapaz de dar el golpe sobre la mesa y que cuando tuvo la posibilidad la desperdició como en el penal fallado de Falcao. Con Colombia muerta de miedo y con Perú viendo un halo de luz que se metía por la rendija, la prórroga fue una contienda psicológica en la que los incaicos se valieron de las debilidades cafeteras y las capitalizaron al máximo tal como fueron los goles de Lobatón y Vargas, producto de errores defensivos de los de Hernán Darío Gómez.
¿Y qué decir de Uruguay? Un señor equipo que jamás se amilanó ante la local Argentina. Cuando más cuesta arriba se hacía el partido, sobre todo los 50 minutos con un jugador menos por la expulsión de Diego Pérez, más afloraban las fortalezas de un grupo humano que tiene un corazón tan grande como su historia futbolística. Desde Muslera que es una muralla, Lugano que emociona y contagia, Arévalo Ríos que es un solo apellido pero corre como si fueran dos, la pegada y la impronta de Forlán, hasta la valentía y el talento de Luis Suárez, Uruguay es el mejor equipo en el sentido estricto de la palabra de esta Copa América.
Los elogios y admiración que despiertan los del ‘Maestro’ Tabarez son inversamente proporcionales a los que despierta Argentina. Sin un proyecto serio desde 2004, la ‘albiceleste’ es una selección improvisada por la que pasan entrenadores sin pergaminos y que tiene una defensa que no defiende, un mediocampo que no juega y en ataque si goles son amores, Andrés Calamaro diría que “no se puede vivir del amor”. Messi, Higuaín, Agüero, Tévez, Di María, Pastore, tanto y tan poco…un equipo lleno de amor que merece un análisis más profundo y mientras tanto llora otro fracaso futbolístico más, como siempre desde 1993.
La Copa América entra en su última semana de competencia donde de los sospechosos de siempre sólo queda Uruguay, pero a no cantar victoria pues si algo nos ha enseñado o recordado esta Copa, es que “el fútbol es la dinámica de lo impensado”. ¿Se imaginan una final entre Perú y Venezuela? Todo es posible.
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