Los números a veces son demasiado fríos. Sí, sí, es cierto que Zlatan Ibrahimovic ha metido los goles suficientes teniendo en cuenta que es su primer año en el Barça. También es verdad que muchos de ellos han sido realmente decisivos. Otros no, cosas del fútbol. Es verdad que ha estado en todos (o la mayoría) de los partidos importantes. Pero eso no es suficiente. Está claro que en fútbol rara vez las estadísticas dan la razón. Hace falta algo más, a veces inexplicable. Podría ser actitud, podría ser compromiso, acierto quizás.
Es difícil encontrar un motivo exacto y satisfactorio que explique por qué Ibra no ha acabado de conectar con una parte bastante importante de la masa social barcelonista. Es evidente que en los últimos y decisivos partidos su rendimiento, su precisión, no ha estado a la altura de las espectativas. También es verdad que tuvo un magnífico comienzo que poco a poco se ha ido diluyendo con el paso de los meses, a medida que la tensión de la competición se ha ido multiplicando.
Lo principal es que el juego de Zlatan está plagado de dudas. Disparos a destiempo, regates cuando era mejor pasar, pases cuando era mejor encarar, asistencias cuando había que disparar y disparos cuando habría que pasarla. La capacidad para elegir la mejor solución en una décima de segundo viene dada, además de por la calidad, por la confianza. Y el que niegue que Ibra tiene calidad es que no se ha enterado de nada. Así pues, confianza. Si te falta confianza lo peor que puedes hacer es poner los pies en la hierba del Camp Nou. El abonado culé, el de toda la vida, tiene una capacidad innata para saltar al mínimo gesto de duda del futbolista, especialmente si éste finaliza en error. En Can Barça no hay grises. Blanco o negro. O Ibrahimovic es el mejor delantero del planeta o es un inútil que tendría que estar jugando en regional. Parece exagerado pero es así. Luego viene el murmullo en el campo y las críticas de la prensa, y se acaba por destruir a un jugador que tiene todas las cualidades necesarias para triunfar. Un pez que se muerde la cola, la eterna rueda de autodestrucción barcelonista que explota de vez en cuando.
Repito. Tiene las cualidades necesarias para triunfar. El problema ha sido totalmente de enfoque. Se ha depositado en él el mismo rol que ejercía Samuel Eto'o, cuando el sueco y el camerunés son dos futbolistas que no tienen nada que ver el uno como el otro. Zlatan es un portento técnico que se desenvuelve a la perfección de espaladas a la portería, que es capaz de disparar con potencia y asistir con brillantez. Puede recoger balones aereos y bajarlos con soltura. Puede golear, pero también tiene pausa.
Creo sinceramente que destruir las posibilidades de Ibrahimovic porque no ha sido un futbolista determinante este año sería una bobada. Es cierto que ha costado una millonada, pero eso ni mucho menos es culpa suya, y más dentro de un mercado movido por lo ilógico y enloquecido por culpa de los mandatarios de las entidades. Vamos a comprender entre todos que Ibra puede ser suplente, puede ser titular, puede ser una pieza más del mejor engranaje futbolístico del planeta. Vamos a comprender que en fútbol el que tiene más argumentos es el que se acaba llevando la victoria, que como Ibrahimovic hay muy pocos jugadores en el mundo. Que puede entenderse con Messi, con Bojan y con Pedro, porque los buenos jugadores son compatibles entre sí. Que reine la cordura, que ruede el balón. Vamos a relajarnos. Al fin y al cabo sólo se trata de ganar.
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