lunes, 28 de junio de 2010

DIARIO DEL MUNDIAL (X): LA HUMILLACIÓN

No se me ocurre otra palabra para definir lo que sufrió Inglaterra ayer ante Alemania. Humillación. Que tu rival histórico te apabulle de tal manera, que tu enemigo de toda la vida te eche de un Mundial dejando en evidencia tus carencias (vergonzosas carencias, la mayoría) y que encima el árbitro se una a la fiesta anulándote un gol decisivo y permitiendo que te metan otro en fuera de juego, puede sacar de quicio a cualquiera. A los ingleses (los conocemos), todavía más. Y es comprensible.

Si el gol (el gol legal, vaya) de Lampard hubiera valido, habríamos visto otro partido distinto, posiblemente marcado por la igualdad en el marcador. Pero no nos engañemos. Tanteo a parte, las sensaciones seguirían siendo las mismas y la superioridad alemana continuaría resultando aplastante. Los teutones aprovechan sus recursos y juegan a las mil maravillas de centro del campo para adelante. Mueven el balón como si llevaran toda la temporada jugando juntos, y eso es un punto a favor en un campeonato en donde los equipos no acostrumbran a encajar del todo sus piezas. Da gusto ver a los de Low. Da gusto ver a Ozil, a Müller, a Schwensteiger en su nuevo rol de mediocentro, y da gusto ver a un Klose sorprendentemente desatado. El único pero que podemos encontrar a los tricampeones es una fragilidad defensiva que podría salir a relucir en una situación de máxima exigencia (como la que seguro le propone Argentina en el duelo de cuartos).


Vaya si entró.

Humillación y decepción. Los pross llegaban a Sudáfrica con toda la ilusión del mundo. Con un entrenador que allá donde había ido había cosechado éxitos.
Capello no ha estado a la altura. En absoluto. No ha sabido captar la filosofía que nutre el carácter especial que tienen los jugadores de las islas. Ha querido ir por el camino fácil, renunciando al talento y amarrando el resultado incluso cuando el rival era la débil Algeria o la inocente Eslovenia. Ha sido decepcionante, rematadamente mala, su experiencia como técnico internacional en un torneo de este calibre. Y eso se debe, principalmente, a su incapacidad a la hora de tomar decisiones. Sinceramente, esperaba mucho más de él, igual que esperaba mucho más de los futbolistas ingleses. Después de tres partidos malos creía que ibamos a ver por fin a la gran Inglaterra. Pero no. Es una pena, se van para casa sin jugar. Una generación llena de talento se va desmembrando mientras acumula fracasos cada dos veranos. Rooney, llanero solitario, no se entiende con los jugadores del centro del campo; Lampard y Gerrard sólo juegan con el corazón y olvidan la cabeza. Y la defensa (la defensa, capítulo a parte, ¡qué desastre!)  prueba que el mito de Capello ha caído definitivamente a los infiernos de lo obsoleto.

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