jueves, 1 de julio de 2010

DIARIO DEL MUNDIAL (XI): ORDEM E ROBINHO

Después más de dos semanas sin parar, de consumir fútbol de una forma desmesurada, tenemos dos días de descanso mundialista. Aunque más que para reposar, este parón de 48 horas (¡48 horas, qué locura!) sirve para que la ansiedad se nos coma vivos. Nos esperan unos cuartos de final apasionantes, con dos duelos que tienen pinta de clásico instantáneo y otros dos con cuatro equipos que se encuentran ante una oportunidad única en sus vidas de hacer algo grande.

Quiero hablar de Brasil para empezar. Los de Dunga me crean sensaciones contradictorias. Sigo considerando una aberración que la "canarinha" juegue de esta forma -como un equipo pequeño- pero reconozco que al ver todo el poder ofensivo brasileño lanzado al contraataque llego a tener una sensación cercana al disfrute. La filosofía futbolística de Dunga es ideológicamente tramposa, pero a su vez es evidentemente efectiva. Al final se trata de ganar, sí, pero no es justo que el técnico tenga secuestrada de esta manera la imaginación y la magia brasileña. Cuando tienes un equipo lleno de talento no puedes jugar así, porque puedes acabar por pagarlo con la más cara moneda de todas, el ridículo. Todavía no se han enfrentado a un verdadero reto, han sobrevivido gracias a una gran efectividad en ataque, y ante una Holanda que todavía está por despertar, pueden llevarse su primer varapalo. Aún así, después de soltar el rollo, tengo que decir que creo que ganarán los brasileños, que tienen la lección mucho más aprendida que los de van Marjwik. Y claro, Ronda a ronda, hasta la final y más allá, a lo mejor tenemos que tragar Dunga y más Dunga. Y si Brasil se lleva el torneo, el héroe será el entrenador (un hecho insólito trantándose de Brasil). Pero a mi no me atrapa. No me voy a dejar engañar. Para mi el mérito es de Juan y Lucio, de Robinho y Luis Fabiano.


Dunga y Robinho. (fifa.com)

El Alemania-Argentina (partidazo) es el otro partido grande grande grande grande (...) de los cuartos. Para muchos es una final anticipada, y no es para menos. Esto es serio. Se enfrentan, en mi opinión, los dos mejores equipos del campeonato hasta el momento. Los únicos que han dado la sensación de autoridad que se les supone a los grandes. Ambos tienen puntos débiles, en especial en sus líneas defensivas, pero la capacidad ofensiva de las dos selecciones es tal, que no creo que nos demos cuenta de esas pequeños (o grandes) fisuras. Yo, personalmente, me entregaré, cervecita en mano (o coca-cola, según tenga el cuerpo), a las bondades de ambos equipos. Nervios, tensión, goles y espectáculo.

Uruguay, Ghana, Paraguay y España tienen la oportunidad de completar la mejor participación de su historia en un Mundial. Los uruguayos juegan contra la última esperanza africana con la oportunidad de reverdecer viejos laureles y volverse a situar entre la élite futbolística sesenta años más tarde de su segundo título mundial. Los ghaneses, por su parte, ya han demostrado lo que todos sospechábamos. Son el equipo más sólido de todos los africanos, el más trabajado tácticamente y el más preparado físicamente. El único capaz de plantarle cara a las grandes selecciones y coger el último testigo del sueño sudafricano.
España jugará contra un Paraguay que ya ha superado las espectativas y que jugará sin ningún tipo de presión. Todo se parece tanto (y tan peligrosamente) al Mundial de 2002 que harían bien los españoles en lanzar las campanas al vuelo. A estas alturas no sé si el optimismo es bueno o malo. Aunque mejor hablamos el sábado, cuando estemos todos locos de nervios.

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