El PSV Eindhoven confirmó ayer que Ibrahim Afellay se convertirá este invierno en nuevo jugador del FC Barcelona a cambio de tres millones de euros. El joven futbolista holandés, de 24 años, nacido en Utrecht y de ascendencia marroquí, llega al Camp Nou para sumar argumentos a una plantilla repleta de talento pero que a ojos de casi todos anda un tanto escasa de efectivos. El asequible precio -su contrato acaba el 30 de junio y su club de origen no podía arriesgarse a perderlo sin obtener nada a cambio- en relación a las prestaciones que puede llegar a ofrecer, debe haber sido el principal estímulo de los culers para sacar adelante la operación.
A diferencia de otros fichajes, Afellay no llega al Barça para ser titular indiscutible. Su posición a priori natural, la de interior por la derecha, le otorga, de momento, el rol de suplente de Iniesta. Pese a esto, su capacidad para adpatarse a varias posiciones del centro del campo y del ataque, le ayudarán a ser un jugador útil para Guardiola en diferentes situaciones. Una de ellas es para ocupar esa posición en el centro del campo en la que a veces ha estado Maxwell, la de centrocampista cercano a la banda y liberado de tareas de construcción. La otra es una posición más adelantada, de extremo puro, pegado a la banda. No tienen los barcelonistas un jugador de estas características en el primer equipo. Afellay tampoco lo es, no es un extremo que esté caracterizado por su velocidad, pero su buena técnica en el regate y en el centro, le permiten ser realmente útil ahí. No hay porque dudar que podrá adaptarse perfectamente al fútbol de toque del Barça, su talento natural se lo permite, sabrá complementar al equipo sin desentonar.
Cuando llega a una gran liga un futbolista de la Eredivise, es recomendable tener un poco de paciencia. En los Países Bajos se ataca mejor de lo que se defiende, y los que tienen una buena técnica y son capaces de sacarla a relucir, llaman mucho la atención. Necesitará seguramente un pequeño periodo de adaptación, pero éste será sin duda más corto que en otros casos, pues estamos hablando de un jugador internacional con Holanda -no se pone cualquiera esa camiseta naranja- que además entiende lo que es la exigencia de jugar en un club obligado a ganar cada fin de semana.
El único debate que se ha producido con la llegada de Afellay a la capital catalana, ha girado en torno a la posibilidad que frene la progresión de Thiago Alcántara en su camino del Miniestadi al Camp Nou. Aunque son dos jugadores de un perfil similar, la incorporación de Afellay, cinco años mayor, es una inversión para el presente más inmediato. No cortará la participación escalonada y progresiva que debería tener Thiago en el primer equipo para ir creciendo poco a poco hasta explotar. Aunque en Eindovhen y no en Barcelona, el holandés ya ha dado este paso, ha llevado el brazalete de un grande de Europa y ahora inicia un reto que le debe catapultar hacia mucho más arriba.
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