lunes, 28 de febrero de 2011

LOCURA AZUL


por Carlos Martín Rio

El Birmingham City conoció lo que significa sentirse grande en Wembley, después de vencer al Arsenal en la final de la Carling Cup, la Copa de la Liga inglesa. El afortunado gol de Obafemi Martins -un futbolista que un día se acercó a la primera línia del fútbol europeo y que se encontraba casi en el olvido- devolvió a este pequeño pero histórico club una gloria que sólo había conocido 48 años antes, cuando se alzó con su hasta ayer único trofeo de importancia, otra Copa de la Liga conseguida ante su gran rival, el Aston Villa, a doble partido. El del domingo fue un encuentro intenso, con tintes de batalla y con un desenlace de película, en el que cada uno de los futbolistas que vistieron la camiseta blue se vaciaron sobre el campo. El técnico de los campeones, Alex McLeish, hablaba orgulloso al término de la final del esfuerzo "titánico" que habían hecho sus futbolistas, que se pasaron los noventa minutos evitando que el mejor fútbol de Inglaterra, ese que sólo saben practicar los gunners, saliera a relucir. 

La ansiedad es una mala compañera de viaje, pero es inevitable sentirla de cerca cuando las urgencias y el hambre de títulos, seis años después del último, atormentan a un club que se acostumbró a levantar trofeos. Este Arsenal, martirizado por las lesiones y a veces hipotecado por la inexperiencia de algunos de sus futbolistas más jóvenes, sufrió una derrota dolorosa en el peor momento de la temporada. Las lágrimas del joven Jack Wilshere al término del partido evidencian que a estas alturas ya es mucha la presión que se ha puesto sobre el equipo del norte de Londres. Con Cesc o sin Cesc, el Arsenal debió intuir el juego físico que le propondría el Birmingham y llevar las cosas a su cauce desde el inicio, pero nuevamente se colapsó en el momento decisivo. Será la mala suerte o la falta de concentración, pero el caso es que el Birmingham, en contra de lo que casi todos pronosticaban, se llevó la copa para casa. A falta de la clase que atesoran los cañoneros, los de McLeish lucharon con ferocidad y regalaron a sus aficionados la mayor alegría de sus vidas futbolísticas. 

BIRMINGHAM 2-1 ARSENAL 

Ahora al Arsenal no le queda otra que mirar hacia adelante. Con la liga complicada pero no imposible, con todas las opciones en la FA Cup y a una semana del reto mayúsculo en el Camp Nou, no hay tiempo para lamentarse de los errores. El trabajo del día a día les liberará, pero cuando llegue otro instante cumbre, más vale que aparquen las "urgencias históricas" o continuarán, otro año más, encallados en este bache que ya dura demasiado. 

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