por Emanuel Vergara
Cuando hace dos semanas el astro brasileño Ronaldo decidió colgar las botas, describió el hecho como su ‘primera muerte’. Desde esta perspectiva bien podríamos aseverar que también pueden existir varios nacimientos.
Así, el 1 de agosto de 1926 nacía por primera vez, en Nápoles, la Società Sportiva Calcio Napoli. Durante su primera existencia este popular club del sur de Italia estuvo inmerso en la nebulosa constante del devenir del fútbol italiano: el poder de los ricos del norte en detrimento de los pobres del sur.
Hasta 1984 los napolitanos se paseaban con parsimonia por la Serie B y la Serie A sin saber cuál era su verdadero lugar. Un par de Copas de Italia (1962 y 1976) edulcoraron esa amarga existencia.
Pero a partir de 1984, el Napoli encontró en el mapa ‘el camino de San Diego’ y se dejó llevar por la inercia dulce del mismo. La contratación de Diego Armando Maradona es el momento exacto del segundo nacimiento del equipo celeste.
La magia de D10S y el empuje de toda una ciudad pusieron de rodillas a todo el norte de la Italia rica, escupiendo en la alfombra roja de los grandes generales. ‘El camino de San Diego’ condujo a la obtención de dos scudettos (1987 y 1990), una Copa Italia (1987), una Supercopa (1990) y una Copa UEFA (1989).
Pero como se nace se muere, y la institución murió de sobredosis. El doping positivo de Maradona en 1991 puso fin a una vida que no había soñado ni el más soñador. A partir de allí la oscuridad.
Descenso a Serie B, después de 32 años, en 1998; regreso efímero a la A en 2000 para volver al infierno en 2001. Pero en 2004, lo peor: quiebra, descenso a Serie C1 y refundación con el nombre de Napoli Soccer.
Hoy, la realidad es diferente. La eliminación de los napolitanos en Europa League frente al Villarreal no esconde lo que es un secreto a voces, Nápoles está encinta. Desde 2006 encadenó dos ascensos consecutivos, volvió a su nombre original (Società Sportiva Calcio Napoli) y se consolidó en la máxima categoría sin sufrir por la parte baja de la tabla.
Hoy el equipo que dirige Walter Mazzarri está segundo a dos puntos del AC Milan (se enfrentan el lunes en San Siro) cuando ya ha transcurrido más de la mitad de la temporada. Nadie se anima a decirlo, pero la niebla de los años tormentosos comienza disiparse y bajo ella asoma ‘el camino de San Diego’.
La propuesta de Mazzarri escapa a los convencionalismos del fútbol italiano, gracias a una propuesta audaz. Con un 3-4-1-2, el Napoli es un equipo vertiginoso que llega al ataque con mucha velocidad y mucha gente.
La versatilidad del dibujo táctico tiene a los celestes en el ‘Top 5’ de los equipos goleadores (41 en 26 partidos), pero además es la segunda valla menos vencida con sólo 21 tantos. Es que al defender, la dinámica de la táctica transforma ese 3-4-1-2 en un 5-3-2 a prueba de balas.
Pero el dibujo no sería nada sin los intérpretes. Jugadores como Marek Hamsik, José Sosa, Giuseppe Mascara, Pocho Lavezzi o Edison Cavani (capocannionere con 20 goles, casi el 50% del equipo) son el cerebro y brazo ejecutor de la squadra, que se sustentan en el sudor del ida y vuelta de los carrileros (Zúñiga, Dossena, Maggio), la rocosidad de los mediocentros (Gargano, Pazienza, Yebda) y una defensa denominada ‘ materia’ (y la materia es impenetrable) con jugadores como Paolo Cannavaro (capitán), Salvatore Aronica, Hugo Campagnaro o el ex españolista Víctor Ruiz.
La eliminación del jueves en el Madrigal no es más que la náusea de un madre primeriza. En Napoli algo se está gestando, el nerviosismo y la tensión suben minuto a minuto. ‘El camino de San Diego’ sigue ahí, sólo hay que seguir las indicaciones. El gigante del sur ha vuelto, tiemblan los generales, el lunes puede haber un nuevo renacer.
Para entrar en ambiente para el lunes: partidos entre el Napoli de Maradona y el Milan
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