por Carlos Martín Rio
El Tottenham Hotspur vivió ante el Milan su noche europea más gloriosa desde 1984. En su primera participación en la Champions League, los de Harry Redknapp han superado las expectativas y se han situado en los cuartos de final. Aunque no se puede calificar de sorpresa que hay dejado fuera al Milan. El 0-1 de la ida en San Siro, con ese gol de Crouch que ya es historia spur, les dio mucha tranquilidad para la vuelta. Cedieron el dominio del balón al Milan sabiendo que los de Allegri sufren cuando son ellos los que deben construir ante una defensa ordenada. Los rossoneri hicieron una correcta primera parte –mejor que el sábado ante la Juve, por ejemplo-, pero acabaron condenados por la propia irregularidad de su juego. El Tottenham enseñó su cara más defensiva y demostró que, pese a algunos descalabros en el campeonato doméstico, es capaz de competir a gran nivel y dominar los detalles que deciden las eliminatorias. Los milanistas, por su parte, pese a que salieron con un equipo muy ofensivo, siguen notando la falta de un hombre como Pirlo que dé criterio al centro del campo. Sufren para hacer llegar balones en condiciones a los delanteros. En la liga italiana han sobrevivido gracias al inmenso talento de sus atacantes, que siempre aparecen en jugadas puntuales que deciden partidos, pero en Europa han sucumbido cuando el estado de la eliminatoria les pedía tomar cierta iniciativa.
La gran sorpresa del bombo de cuartos es sin duda el Schalke 04. Los de Gelsenkirchen, cuya pobre actuación en la Bundesliga ha traído muchos problemas a su técnico, Felix Magath, tienen otra cara en Europa, donde sacan a pasear un espíritu muy diferente. Porque pasar a la siguiente fase después de haber empezado perdiendo tanto en la ida como en la vuelta demuestra, por lo menos, que motivación no les falta. El Valencia, por su parte, tiene razones para estar decepcionado. Era su gran oportunidad para volver a competir con los grandes, para rememorar esa época ya un tanto lejana en la que disputó dos finales consecutivas. Era el gran favorito, pero el dulce ha resultado ser un caramelo envenenado. En el Veltins Arena los alemanes se hicieron fuertes a raíz del 1-1 y aunque ya con el 2-1 el Valencia mereció más, se fue apagando a medida que pasaban los minutos y acabó lanzado con más corazón que convicción a un ataque a la desesperada que sólo dio como fruto el 3-1 local. Manuel Neuer, el portero del momento, volvió a estar intratable, Gavranovic tuvo un magnífico bautizo, la foquita Farfán enseñó su cara buena y Raúl consiguió –quién se lo iba a decir- una prórroga de por lo menos dos partidos para decir adiós a su competición favorita.
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