por Carlos Martín Rio
Con un partido casi perfecto, el Manchester United devolvió al Schalke 04 a la tierra y prácticamente aseguró su presencia en la final de la Champions por tercera vez en cuatro años. Frente al estruendo que ha provocado la otra semifinal -el atracón de clásicos-, cualquier equipo parece un ‘tapado’. Y cierto es que los de Sir Alex Ferguson han llegado hasta aquí sin hacer demasiado ruido y gracias principalmente a ese oficio y ese saber hacer que los define. Pero la exhibición que dieron ayer retumbó por toda Europa. Ahora todos están enterados.
Pese a la derrota (0-2), el mérito del Schalke por haber llegado con vida a estas alturas de la competición es enorme. Por eso la grada del Veltins-Arena se levantó y aplaudió a sus futbolistas al término del encuentro. Aspiró en los primeros minutos –que resultaron ser un intenso aunque breve intercambio de golpes- a disputar el dominio al United, pero enseguida la posesión y las ocasiones empezaron a ser únicamente de color rojo. Así se inició la avalancha de juego de los ingleses, que toparon con un impresionante Neuer en la primera parte. Ante el desbarajuste defensivo de sus compañeros, el joven portero anuló todos y cada uno de los intentos de los visitantes. Si, como todo apunta, el Bayern lo acaba contratando, se llevará un portero de garantías que cuando madure puede convertirse en uno de los grandes bajo los palos.
Chicharito y Rooney forman una pareja ofensiva absolutamente eléctrica. Su verticalidad sin tregua, su presión continua, su clase,… son delanteros de otro planeta. Ayer, ante una defensa que estuvo incómoda los 90 minutos –además, tenía la baja de Höwedes en el centro- se movieron entre los zagueros alemanes y fueron un incordio constante. Poco hay que decir de Rooney que no se sepa ya. El que sigue encandilando una y otra vez es el mexicano. Es el delantero de moda, un diamante que llegó camuflado de baratija y que a cada minuto que pasa sobre el terreno de juego es mejor y mejor futbolista. A los dos puntas los escudaron perfectamente desde la segunda línea. El coreano Park, un fijo en los partidos decisivos, y el ecuatoriano Valencia, al que es un placer ver absolutamente recuperado para la causa, se lo pasaron en grande. Y claro, actuando en el medio centro con Carrick estuvo un excelso un tal Giggs. Marcó el primero rompiendo la defensa por el centro, y dejó así el camino resuelto para que dos minutos después Rooney hiciera el segundo y dilapidara las esperanzas del Schalke. El galés ya no desborda desde la banda. No es un chaval y se ha acomodado en el centro, pero sigue atesorando muchísima clase.
Pero Ryan Giggs no era la única leyenda viva sobre el césped de Gelsenkirchen. También estaba Raúl. El exmadridista esta vez no tuvo su noche. No la tuvo su equipo, de hecho, y tanto él como Edu anduvieron mendigando balones, sin suerte, durante todo el encuentro. Está quizás a un partido de despedirse de su competición favorita, la Liga de Campeones. Y lo hará en un escenario de lujo, el Teatro de los Sueños, Old Trafford, un lugar donde sólo triunfan los auténticos artistas.
RESUMEN:
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