por Carlos Martín Rio
El Porto vivió ayer un día inolvidable. Pese a estar acostumbrado en los últimos a años a celebrar títulos de liga, lo de esta temporada está siendo muy especial. Los de André Villas-Boas consiguieron asegurarse su 25º campeonato de forma matemática a falta de cinco jornadas para el final de la competición, y encima lo hicieron en Lisboa, en el Estadio Da Luz, el hogar de su gran rival, el Benfica, que todavía es el conjunto más laureado de Portugal con 32 ligas. Los hinchas y los futbolistas de los Dragoes celebraron el triunfo (1-2) en comunión, sumidos en las tinieblas, con los focos apagados, y empapados por los aspersores, que funcionaban a pleno rendimiento. Un intento en vano de oscurecer un éxito brillante.
Porque la primera experiencia de André Villas-Boas como técnico principal del Porto va camino de ser histórica. El alumno aventajado de Mourinho, de sólo 33 años, no conoce la derrota en partido de liga. Su equipo ya se ha asegurado el título, pero ahora tiene cinco partidos para igualar el hito conseguido por el Benfica de 1973, el único que ha logrado finalizar el campeonato liguero imbatido. Sólo se les ha resistido el triunfo en el campo del Vitoria de Guimaraes y del Sporting de Portugal (ambos encuentros acabaron 1-1). Si este increíble registro no se estropea en lo que queda de torneo, serán recordados para siempre.
En Oporto se ha armado un fantástico grupo de jugadores. La potencia y la magia de Hulk –con 20 goles, es el máximo goleador de la liga-, acompañado del superclase colombiano Falcao en la delantera, ambos moviéndose al ritmo que marca la exquisitez técnica de Joao Moutinho, es la carta de presentación de un Porto que cuenta con buenos efectivos en la retaguardia, con hombres como el medio defensivo brasileño Fernando, el uruguayo Jorge Fucile y el rumano Sapunaru en los laterales o el central portugués Rolando, que ha llamado la atención de algún que otro grande continental. La nomina de excelentes futbolistas que posee el Porto la completan nombres como Freddy Guarín, autor del primer gol en el decisivo partido de ayer ante el Benfica, la joven perla James Rodríguez, también colombiano, o Rubén Micael, que marcó dos goles la semana pasada en su debut con la selección portuguesa ante Finlandia.
La carrera del joven entrenador André Villas-Boas promete, y mucho. En su segunda andadura como máximo responsable en un banquillo de primer nivel –la pasada campaña entrenó a la Académica-, sigue los pasos de su mentor, José Mourinho, que también fue campeón en su primera temporada completa al frente del conjunto blanquiazul (2002/03). Precisamente, Villas-Boas era por aquel entonces asistente del Special One, un puesto que ocupó hasta que decidió partir en dirección a Coimbra, plataforma de lanzamiento que le llevó a su cargo actual. Si consigue alzarse con la Europa League en Dublín el 18 de mayo, tal y como ese Porto de hace ocho años hizo en la Cartuja de Sevilla, ante el Celtic, los paralelismos con Mou serán casi absolutos.
Está en el camino. El jueves recibe al Spartak de Moscú en la ida de los cuartos de final de la competición. Conquistaron Portugal, ahora toca Europa.
EL PORTO CAMPEÓN EN DA LUZ: BENFICA 1-2 PORTO
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