miércoles, 25 de mayo de 2011

BIENVENIDOS AL NORTE

por Carlos Martín Rio

En la ciudad de Lille, en el Departamento del Norte, cerca de la frontera con Bélgica, sólo los más mayores del lugar recuerdan una hazaña similar. Hay que retroceder hasta 1946 para encontrar la última vez que el Lille Olympique Sporting Club consiguió alzar en una sola temporada la liga y la copa de Francia. Rudi Garcia y sus muchachos ya están en la leyenda de un club cuya sala de trofeos llevaba 46 años sin hacer adquisiciones de primer nivel.

Hace diez días consiguieron la Copa de Francia. En Paris, en el Stade de France, ante el Saint-Germain, el mejor equipo de la capital, el internacional polaco Obraniak abrió la primera botella de champagne con un gol en el último minuto del partido. La fiesta no había hecho más que empezar. Una semana después, otra vez en la ciudad de la luz y del amor, nuevamente contra el PSG, sólo necesitaba un punto para cantar el alirón con una jornada de antelación.  Con el empate cosechado (2-2), el Lille volvió a brindar en lo más alto.

Rudi Garcia (47 años), que fue futbolista del Lille entre 1982 y 1988 –después de que el equipo retornara a la primera división-, ha emulado al inglés George Berry, el primer entrenador de la historia del club –nacido de una fusión en 1944-, que ganó el primer doblete e inició una época dorada (1946-1955) continuada por André Cheuva. Aquella década inolvidable, además de la liga y copa del 46, vio cuatro campeonatos coperos más (1947, 1948, 1953 y 1955) y otro torneo liguero (1954).

Pocos hubieran vaticinado que Garcia, que aterrizó en el banquillo del Estadio Metropole en 2008, pudiera devolver esa gloria perdida al club norteño. De hecho, ni siquiera lo iba a tener fácil para poder igualar lo conseguido por su predecesor, Claude Puel –hoy técnico del Olympique de Lyon-, que entre 2002 y 2008 situó al equipo entre la élite francesa, clasificándolo regularmente para Europa y haciendo buenos papeles en las competiciones internacionales –octavos de final de la Liga de Campeones en 2007 y de la UEFA en 2002, 2005 y 2006-.

Pero desde su llegada, y pese a algunos problemas con la dirección del club –fue despedido y luego readmitido tras su primera temporada, en la que logró meter al equipo en la Europa League-, Rudi ha sabido consolidar al Lille al lado de los grandes. Además, ha hechor olvidar a Puel con algo que él nunca pudo conseguir: títulos.

Una de las diferencias entre los clubes tradicionalmente ganadores y los que se acaban de sentarse en el trono es la capacidad de retener a sus máximas estrellas en el mercado veraniego. Si el Lille quiere continuar sumando éxitos y equipararse a los grandes europeos en la Champions League ahora que reina en Francia, es fundamental que mantenga en el equipo a sus principales exponentes. No será fácil para un club como este –orgulloso, sí, pero también modesto- retener, por ejemplo, al máximo goleador –21 goles a una jornada para finalizar el campeonato- de Francia. El sengalés Moussa Sow, de 24 años, está en la agenda de muchos clubes importantes. Como también lo están sus dos principales compañeros en el tridente de ataque: el marfileño Gervinho, máximo anotador del equipo el año pasado y, sobretodo, el talentoso Eden Hazard, de sólo 20 años, nombrado esta temporada mejor jugador de la liga francesa. Exponente de este nuevo fútbol belga que apunta muy buenas maneras, Hazard fue el jugador más joven de la historia en debutar en la Ligue 1, en 2007, y explotó hace dos cursos cuando fue nombrado jugador joven del año –galardón que también se ganó la pasada campaña-. Su juego, que recuerda al de Cristiano Ronaldo, es el de un potente y habilidoso driblador que se desarrolla como los ángeles en las posiciones ofensivas detrás del delantero. El centro del campo también merece ser analizado. Allí Rio Mavuba es el que aporta el equilibrio en el centro, acompañado de Florent Balmont y de Yohan Cabaye, el jugador de más calidad de la medular. En la defensa, destacan los centrales Aurelien Chedjou y Adil Rami. El que más despunta de los dos, Rami, ya ha abandonado el barco. A partir de ahora, intentará confirmar su proyección en el Valencia.

La marcha del central es un primer golpe para una plantilla ciertamente tentada por el mercado. Entre las presiones de los compradores y las ganas de algunos de los futbolistas de probar su nivel y darse a conocer lejos de Francia, la plantilla corre un serio riesgo de ser desmantelada. Sería una pena que nos quedáramos en ‘lo que pudo haber sido y nunca fue’. Este bloque fantástico, cargado de talento, frescura y calidad, merece demostrar su auténtico nivel en la máxima competición europea. 

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