miércoles, 18 de mayo de 2011

PORTO-BRAGA: HOMENAJE AL FÚTBOL PORTUGUÉS

por Carlos Martín Rio

El precioso Aviva Stadium de Dublín verá esta tarde la segunda final de la historia de la Europa League, la competición que recogió el testigo de la Copa de la UEFA la temporada pasada. Será la fiesta del fútbol portugués, un broche perfecto a una competición en la que los lusos han dominado -tres de ellos, también el Benfica, se colaron en semifinales-, a la vez que han reivindicado su fútbol, tradicionalmente situado en un segundo escalón.

Sólo 47 kilómetros separan Oporto de Braga. Nunca antes en una final europea se habían visto las caras dos contendientes tan cercanos geográficamente –hasta la fecha, la mejor ‘marca’ en este sentido la tenían el PSV Eindhoven y el Mechelen (Supercopa de 1988), equipos de dos ciudades separadas por 84 kilómetros-. Pero las coincidencias empiezan y se acaban ahí, en aspectos puramente geográficos. Porque el Porto de André Villas-Boas y el Sporting de Braga de Domingos Paciência poco tienen que ver en lo futbolístico.

Los ‘dragones’ no han sorprendido a nadie llegando hasta aquí. Han dominado de manera insultante el campeonato doméstico, son campeones desde hace semanas y sólo han cedido seis puntos (3 empates). Además, están en disposición de conseguir el triplete, ya que este mismo domingo disputan la final de la Taça (Copa) de Portugal ante el Vitória de Guimaraes. Su trayectoria europea ha sido igualmente incontestable. Superaron la fase de grupos cediendo tan sólo un empate y luego, en las eliminatorias, se deshicieron sucesivamente de Sevilla, CSKA de Moscú, Spartak de Moscú y Villarreal, llegando a encadenar una serie de tres partidos consecutivos anotando 5 goles –los dos al Spartak, 5-1 y 2-5, y en la ida al Villarreal, 5-1-.

Los ‘guerreros del Miño’, en cambio, no han llegado hasta aquí goleando a sus rivales. Ni mucho menos. Pero tampoco les hace falta, no es su estilo. Han tenido suficiente con pasar sus eliminatorias venciendo por la mínima. En esta Europa League, nunca han superado a sus rivales por más de un gol en el global de los dos partidos. Su aventura en el torneo, después de quedar apeados de la Liga de Campeones como terceros clasificados de un competitivo grupo formado por Arsenal, Shakhtar y Partizan, empezó ante el Lech Poznan. Remontó el 1-0 de la ida en Polonia con un 2-0 en tierras portuguesas. Dejó también en su camino al Liverpool, aguantando magistralmente en Anfield el 0-0, después de haber vencido en la ida en casa. Tras superar al Dinamo de Kiev –un peligroso equipo que, recordemos, dejó fuera de combate al Manchester City- con un 1-1 global, se encontró en las semifinales con el Benfica. En el momento más importante de su casi centenaria historia supo dar la vuelta a la derrota de la ida (2-1) en Da Luz y se bastó de un 1-0 para lograr el billete a la primera final europea que los hinchas ‘arsenalistas’ van a tener el gusto de disfrutar.

Evidentemente, no queda otra que otorgar el papel de favorito esta noche al Porto. Tan sólo por lo que están consiguiendo esta temporada, por sus números de otra galaxia, serían candidatos ante casi cualquier equipo del continente. Su capacidad ofensiva es su carta de presentación. Cuando despiertan las fieras que forman su ataque, se lanzan hacia la meta rival como una tormenta. Al contrincante no le queda otra que aguantar el chaparrón y mantener el orden. Entre Hulk, Moutinho, Guarín, Varela y compañía, hay que destacar los registros de Falcao. El colombiano es el máximo goleador de la competición con 16 tantos, una cifra que supone el récord histórico de la competición –UEFA y Europa League- que hasta ahora pertenecía a Jürgen Klinsmann (15). Villas-Boas ha conseguido armar un conjunto sólido, que además de atacar como los ángeles, tiene equilibrio en el centro del campo y defiende con ciertas garantías.

Será un duelo de entrenadores jóvenes. El técnico blanquiazul tiene 33, mientras que Domingos Paciência, cuenta 43. Precisamente Paciência se enfrenta al equipo en el que vivió sus mejores años como futbolista. En Oporto jugó como delantero en dos etapas. Desde 1987 a 1997 y entre 1999 y 2001, antes de retirarse. Allí ganó siete ligas y cinco copas, y fue nombrado mejor jugador portugués del año en 1990, siendo máximo goleador de la liga en 1996. Después de entrenar en el filial del Porto, en el Leiria y en Coimbra, le llegó la oportunidad en 2009 de dirigir al Braga. Desde su llegada, el equipo no ha dejado de crecer. Consiguió la histórica clasificación para la Champions League la temporada pasada, y superó para sorpresa de casi todo el mundo la ronda previa al deshacerse de dos equipos de referencia en Europa: el Celtic y el Sevilla.

Si el Porto vive de su fútbol alegre y vertical, el Braga representa el orden y la contención, el fútbol sufrido y sacrificado que un modesto debe ejercer si quiere contrarrestar la diferencias respecto a los equipos grandes, aquellos cuyos jugadores atesoran mucha más calidad. El escenario con el que sueña el Braga para esta noche es aquel en que consigue marcar primero, aprovechando una contra y es capaz así de hacerse fuerte en la retaguardia, con tal de frustrar los intentos ofensivos de su rival. Llegar hasta aquí, con una plantilla y un presupuesto tan modestos, ya es un éxito. Si son capaces de completar la machada y dejar –otra vez- a todo el mundo con la boca abierta no sólo estarán en la memoria de sus propis aficionados, lo estarán en la de todo el mundo futbolístico.

Sobre el campo, las dos Copas de Europa (1987 y 2004), la Copa de la UEFA (2003) y los años de dominio en Portugal pesan, y mucho. Pero la fe del Braga en sus conceptos futbolísticos, su disciplina y su ilusión por encontrar por fin un acompañante en las vitrinas –europeo, nada menos- a aquella copa de 1966, son principios que –ya se ha demostrado- mueven montañas.

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