por Carlos Martín Rio
Menos de un año después de haber hecho uno de los mayores ridículos de su historia en el Mundial de Sudáfrica, la selección italiana ya da señales de estar completamente regenerada. Cesare Prandelli, que sustituyó a Marcelo Lippi tras el sonado fracaso mundialista, no sólo ha rejuvenecido al equipo. Ha dotado a la nazionale de un estilo propio, identificable, y que poco tiene que ver con lo que tradicionalmente ha exportado el fútbol italiano.
Aún no ha logrado ningún éxito reseñable, pero el ex de la Fiorentina ha conseguido, y no es poco, lavar la cara al equipo. Ha rejuvenecido las líneas –aunque sin deshacerse de los veteranos que realmente aportaban algo- y le ha dado un rumbo, un plan a seguir a la selección. A doce meses del inicio de la Eurocopa en Polonia y Ucrania, podemos ya asegurar que los italianos llegarán, tras años de inestabilidad, con buena disposición a un gran campeonato. Y sí, Italia es diferente e incluso se encuentra cómoda en situaciones de caos –véase 1982, la gloria tras el desastre, o 2006, el triunfo tras el moggigate-, pero es un hecho objetivo que lo que bien empieza tiene más probabilidades de acabar bien –o, por lo menos, de no acabar rematadamente mal-.
La revolución ha empezado por el sistema. Prandelli quiere que su equipo tenga la posesión del balón y que además practique un fútbol ofensivo. Esto lo hace con un 4-3-1-2 que a muchos les ha dado por comprar con el esquema del FC Barcelona de Pep Guardiola. Cierto es que juega en ataque sin una referencia clara en la punta, y que en el centro del campo todos sus hombres están bien dotados para la construcción. Y bien es verdad que sus laterales saltan al terreno con vocación ofensiva. Los barcelonistas se han erigido como modelo de éxito, ejemplo a seguir para equipos que pretenden una reconstrucción. De todos modos, y por muy buenas que sean las intenciones, aún le falta camino por recorrer a la azzurra si realmente quiere equipararse al campeón de Europa.
En la portería, de momento, no hay relevo. Gianluigi Buffon es un icono, un seguro, y aunque en los últimos tiempos su estrella se ha ido apagando, Prandelli ha confiado en él en la fase de clasificación a la Euro 2012. Cerca de la portería, en la defensa, si que se han hecho evidentes los cambios. En los laterales, Balzaretti y Maggio se encargan de abrir el campo y saltar de la defensa al ataque para multiplicar las opciones. En Palermo y Nápoles, respectivamente, actúan en más de una ocasión como carrileros en una defensa de cinco. No ocurre esto en la selección, hay cuatro en la zaga, pero conservan el ímpetu atacante. Italia no se repliega, Italia propone juego y abre el campo para que sus delanteros tengan más espacios. El centro de la defensa es joven y muy de la Juventus. Chiellini (26 años) y Bonucci (24) son los fijos, aunque en el último encuentro de clasificación, ante Estonia (3-0), el interista Ranocchia (23) fue el encargado de acompañar a Chiellini. Si los números sirven de algo para valorar el trabajo defensivo, podemos concluir que los de Prandelli son un equipo seguro. Sólo han recibido un gol en los seis partidos que llevan de fase de clasificación.
Quizás el gran valor de esta Italia que empieza a encandilar sea su centro del campo. El entrenador lombardo apuesta por la técnica. En el último partido oficial, además de Aquilani, que actuó en la media punta tras los dos delanteros, Pirlo, Montolivo y Marchisio –un veterano y dos valores emergentes- formaron en el eje. Todos ellos jugadores completos capaces de aportar tanto en defensa como en ataque. Y si en alguna ocasión el técnico italiano quiere más trabajo de contención, no tiene más que colocar a Thiago Motta como pivote y acompañarlo, como hizo ante Eslovenia, de dos jugadores con imaginación, como, por ejemplo, Montolivo y Aquilani, a los que es una gozada ver jugar.
En la delantera también ha quedado claro el recambio. Pazzini, el punta italiano por excelencia de los próximos años, que esta temporada dejó la Sampdoria para vestir la neroazzurra del Inter, es un fijo. A su lado encontramos normalmente a Cassano, que encuentra en la selección la continuidad que le falta a nivel de clubes. Tras ellos, Giuseppe Rossi, todavía futbolista del Villarreal, en plena línea ascendente, apunta a titular cuando empiece a rodar el balón en Ucrania y Polonia. Detrás de los dos delanteros centro se ha ido situando –además del antes mencionado Aquilani, a quién, lógicamente, también veremos en el mediocentro- Stéfano Mauri, un ya veterano lazial. Aunque tampoco es descabellado que en labores ofensivas nos encontremos algún día con Borriello o con el mismo Gilardino. Pero al que sin duda tenemos muchas ganas de ver lucir la zamarra azul es a Alessandro Matri. Tal es la nómina de atacantes que tiene el equipo que no encuentra el de la Juve su lugar.
Cinco victorias, un empate y ocho puntos de ventaja sobre el segundo clasificado. Son virtualmente equipo de Eurocopa. Italia quiere dejar atrás las prisas y los contratiempos de última hora y tratar de hacer el trabajo bien desde el principio. Quizás sea un cliché injusto, pero la visión popular de la tetracampeona es la de un equipo rácano, poco vistoso y tremendamente afortunado. Hoy Italia persigue el fútbol ofensivo y la alegría en el juego. Y lo que es más importante, hoy Italia tiene un proyecto, un ideario al que aferrarse.
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