Casi medio siglo tuvo que pasar para que los hinchas Santos puedan cambiar la foto de Pelé alzando la Copa Libertadores de América. Aggiornada y con calidad HD la cara de Neymar rebalsa y reluce en todos los rincones de Sao Paulo y rebota en el mundo porque la nueva joya del fútbol mundial empieza a recorrer su camino glorioso de una carrera que promete ir a más y por el que ya se pelea Europa entera.
Ayer en Pacaembú sin ser una máquina y con un rival que es un león herido, Santos se impuso 2-1 a Peñarol y levantó su tercer entorchado continental, el primero desde 1963. En el palco estaba Pelé que festejaba como si tuviera 20 años. Y quizás los tuviera viéndose en el espejo del nuevo rey, Neymar.
El nuevo rey es la gran figura del equipo y ha sido fundamental para la obtención de la corona que le permite al ‘Peixe’ disputar el Mundial de Clubes en diciembre donde enfrente estará el mejor equipo de la historia, el FC Barcelona. Con seis goles a lo largo de la competición, Neymar ha sido el topscorer de su equipo. Pero no sólo de goles vive el crack pues es todo un compendio de habilidad, velocidad y explosión. Un jugador ‘clase A’, ese rubro selecto compuesto por futbolistas que se pueden contar con los dedos de una mano y que sin dudarlo lidera Lionel Messi.
Pero no todo es Neymar en Santos. Pues Muricy Ramalho se ha encargado de montar un equipo que, incluso, sin la joya hubiese ganado la Copa igualmente. Con Paulo Henrique Ganso como estratega, con el empuje y el fútbol de Arouca y con el símbolo de Elano, que se quitó la espina de la final perdida en 2003 con Boca, el Santos fue un equipo completo. Con laterales que iban y volvían y se anotaban en el marcador como Danilo y Léo o Álex Sandro –figura en Montevideo- y con una pareja central rocosa que sólo se permitió encajar 13 tantos en 14 partidos como son Edu Dracena y Durval.
Pero no fue fácil el camino para el nuevo campeón. Pues estuvo al borde de la eliminación en la ronda de grupos tras rescatar apenas dos puntos en los primeros tres partidos. Cuestión que le costó el cargo a Adílson Batista y abrió las puertas para Muricy Ramalho, que encadenó tres victorias en fila para sacar boleto a octavos de final. Con la asunción del DT tricampeón del Brasileirao con Sao Paulo, el ‘Peixe’ enderezó el rumbo al punto de ganar el Paulistao y ahora poner el broche de oro con la obtención de la 52ª edición de la Copa Libertadores de América.
Con números de campeón con siete triunfos, seis empates y sólo una derrota –por la primera fase en Santiago ante Colo-Colo por 3-2-, la candidatura de los de Vila-Belmiro empezó a vislumbrarse a partir de octavos de final tras dejar en el camino a un hueso duro de roer como el América de México y ser así el único brasileño en sobrevivir a la instancia. Luego pasarían por la piedra de Neymar & Cia. Once Caldas y Cerro Porteño hasta desempolvar del cajón de los recuerdos una final de libros con Peñarol.
Es que ante el ‘Manya’, en 1962 los paulistas se transformaron en el primer equipo brasileño en alzar la Copa, dando por tierra con la hegemonía de los ‘carboneros’ en la competición. Y como la historia es cíclica, medio siglo después ante el mismo corajudo rival los santistas alzaron la tercera Copa de su palmarés y la festejaron como si fuera la primera.
Párrafo aparte para los subcampeones que mostraron orgullo y coraje para vender cara la derrota. Desde 1987 que Peñarol no alcanzaba la final pero la garra charrúa se lleva en el ADN y no en la memoria. Siempre partiendo como punto –en primera ronda de Liga de Quito e Independiente, en octavos de Inter, en cuartos de Universidad Católica y en semis de Vélez- siempre hizo saltar la banca. Se jugó todas las fichas en el Pacaembú pero el Santos de Ramalho se sentía como si fuera el Caesars Palace de Las Vegas y le cantó el “no va más”.
El próximo reto para el campeón de América es mantener en la plantilla a sus figuras, sobre todo a Neymar y Ganso, recuperar terreno en el Brasileirao –relegado por la Copa- y llegar lo mejor en forma posible para el Mundial de Clubes con la lección bien aprendida del fracaso de Inter de Porto Alegre ante el TP Mazembe en la última cita. Si logra seguir estos pasos, el Barça no debería sentirse tan confiado porque un nuevo rey ha nacido y todos saben eso de “ha muerto el rey, viva el rey”.
Ayer en Pacaembú sin ser una máquina y con un rival que es un león herido, Santos se impuso 2-1 a Peñarol y levantó su tercer entorchado continental, el primero desde 1963. En el palco estaba Pelé que festejaba como si tuviera 20 años. Y quizás los tuviera viéndose en el espejo del nuevo rey, Neymar.
El nuevo rey es la gran figura del equipo y ha sido fundamental para la obtención de la corona que le permite al ‘Peixe’ disputar el Mundial de Clubes en diciembre donde enfrente estará el mejor equipo de la historia, el FC Barcelona. Con seis goles a lo largo de la competición, Neymar ha sido el topscorer de su equipo. Pero no sólo de goles vive el crack pues es todo un compendio de habilidad, velocidad y explosión. Un jugador ‘clase A’, ese rubro selecto compuesto por futbolistas que se pueden contar con los dedos de una mano y que sin dudarlo lidera Lionel Messi.
Pero no todo es Neymar en Santos. Pues Muricy Ramalho se ha encargado de montar un equipo que, incluso, sin la joya hubiese ganado la Copa igualmente. Con Paulo Henrique Ganso como estratega, con el empuje y el fútbol de Arouca y con el símbolo de Elano, que se quitó la espina de la final perdida en 2003 con Boca, el Santos fue un equipo completo. Con laterales que iban y volvían y se anotaban en el marcador como Danilo y Léo o Álex Sandro –figura en Montevideo- y con una pareja central rocosa que sólo se permitió encajar 13 tantos en 14 partidos como son Edu Dracena y Durval.
Pero no fue fácil el camino para el nuevo campeón. Pues estuvo al borde de la eliminación en la ronda de grupos tras rescatar apenas dos puntos en los primeros tres partidos. Cuestión que le costó el cargo a Adílson Batista y abrió las puertas para Muricy Ramalho, que encadenó tres victorias en fila para sacar boleto a octavos de final. Con la asunción del DT tricampeón del Brasileirao con Sao Paulo, el ‘Peixe’ enderezó el rumbo al punto de ganar el Paulistao y ahora poner el broche de oro con la obtención de la 52ª edición de la Copa Libertadores de América.
Con números de campeón con siete triunfos, seis empates y sólo una derrota –por la primera fase en Santiago ante Colo-Colo por 3-2-, la candidatura de los de Vila-Belmiro empezó a vislumbrarse a partir de octavos de final tras dejar en el camino a un hueso duro de roer como el América de México y ser así el único brasileño en sobrevivir a la instancia. Luego pasarían por la piedra de Neymar & Cia. Once Caldas y Cerro Porteño hasta desempolvar del cajón de los recuerdos una final de libros con Peñarol.
Es que ante el ‘Manya’, en 1962 los paulistas se transformaron en el primer equipo brasileño en alzar la Copa, dando por tierra con la hegemonía de los ‘carboneros’ en la competición. Y como la historia es cíclica, medio siglo después ante el mismo corajudo rival los santistas alzaron la tercera Copa de su palmarés y la festejaron como si fuera la primera.
Párrafo aparte para los subcampeones que mostraron orgullo y coraje para vender cara la derrota. Desde 1987 que Peñarol no alcanzaba la final pero la garra charrúa se lleva en el ADN y no en la memoria. Siempre partiendo como punto –en primera ronda de Liga de Quito e Independiente, en octavos de Inter, en cuartos de Universidad Católica y en semis de Vélez- siempre hizo saltar la banca. Se jugó todas las fichas en el Pacaembú pero el Santos de Ramalho se sentía como si fuera el Caesars Palace de Las Vegas y le cantó el “no va más”.
El próximo reto para el campeón de América es mantener en la plantilla a sus figuras, sobre todo a Neymar y Ganso, recuperar terreno en el Brasileirao –relegado por la Copa- y llegar lo mejor en forma posible para el Mundial de Clubes con la lección bien aprendida del fracaso de Inter de Porto Alegre ante el TP Mazembe en la última cita. Si logra seguir estos pasos, el Barça no debería sentirse tan confiado porque un nuevo rey ha nacido y todos saben eso de “ha muerto el rey, viva el rey”.
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