viernes, 15 de julio de 2011

DIARIOS DE AMÉRICA: LOS CUARTOS DE FINAL

Argentina-Uruguay 
(Sábado, Estadio Brigadier General Estanislao López, ‘El Cementerio de los elefantes’, Santa Fe) 

por Emanuel Vergara 

Uno de los clásicos más grandes y antiguos del fútbol mundial se da cita anticipada en los cuartos de final de la Copa América. Un duelo que era esperable en semifinales o en una final se ha apresurado por la pobre actuación demostrada por argentinos y uruguayos que han debido conformarse con la segunda colocación de sus grupos por detrás de Colombia y Chile respectivamente. 

Dos selecciones que han jugado finales de todo tipo desde Copa América y Juegos Olímpicos hasta la final del primer Mundial en 1930. Argentina-Uruguay es una atracción en sí misma independientemente del estado de forma mostrado hasta el momento. El ambiente en el estadio será el primer argumento y, por supuesto, la presencia de Lionel Messi, Kun Agüero, Diego Forlán y Luis Suárez bien amerita el título de, hasta el momento, “El partido de la Copa”. 

Los de Sergio Batista vuelven a Santa Fe, donde recibieron la estruendosa silbatina tras el amargo empate en cero con Colombia. Redimida unos días atrás en Córdoba ante Costa Rica con una buena producción, la envergadura del rival no ha promovido una gran dosis de confianza en los hinchas aunque la gran mayoría de los futbolistas se esfuerzan en destacar que se han robustecido como grupo humano. 

Como sea Batista ha confirmado a los mismo once que despacharon a los ‘ticos’ y que mejoró, de manera sobrada, las producciones anteriores ante Bolivia y los ‘cafeteros’. Eso sí, deberá trabajar mucho en la velocidad del juego ya que la presión que ejercen Arévalo Ríos y Diego Pérez será mucho mayor a la propuesta por los de Ricardo Lavolpe. Para esa tarea será fundamental que otra vez encuentren conexión Fernando Gago como iniciador de jugadas, Messi como factor desequilibrante, pero esta vez es necesaria mayor celeridad por parte del ‘Pipita’ Higuaín a la hora de definir, ya que los uruguayos no concederán demasiadas oportunidades. 

Uruguay, por su parte, al igual que Argentina cambió de sistema para cambiar de imagen. Tras los empates con gusto a nada frente a Perú y Chile, el ‘Maestro’ Tabarez decidió dejar el 4-2-1-3 con Lodeiro como enganche más el tridente Cavani-Forlán-Suárez por un 4-4-2 para tener mayor profundidad por las bandas gracias a las escaladas de Álvaro Pereira y Álvaro González y no cargar con tantas responsabilidades de conducción a Diego Forlán. El gran sacrificado de esta variante que luego permitió el triunfo y clasificación frente a México fue el goleador de la Serie A, Edinson Cavani de muy flojas actuaciones. 

En total por Copa América argentinos y uruguayos se han enfrentado en 29 oportunidades con 13 victorias por lado y tres empates. El último duelo en la competición fue en Perú 2004 cuando por la primera ronda la ‘albiceleste’ se impuso por 4-2 con dos goles de Luciano Figueroa, uno de Roberto Ayala y otro del Kily González. Sin embargo, la ‘celeste’ tiene grandes recuerdos de Argentina, pues allí fue campeón en 1916 y 1987, en esa última superando a la entonces campeona del mundo de Maradona en semifinales y luego consagrándose en la final ante Chile. 

Colombia-Perú 
(Sábado, Estadio Mario Alberto Kempes, Córdoba) 

por Emanuel Vergara 

Históricamente colombianos y peruanos han tenido escuela de fútbol del bueno. Del juego asociado, del de buen pie, de gusto por el esteticismo, una visión romántica del deporte. Así brillaron tipos como Téofilo Cubillas, Cholo Sotil, Juan Carlos Oblitas o Héctor Chumpitaz en la selección peruana de la década de 1970 o Carlos Valderrama, Leonel Álvarez, Freddy Rincón o Faustino Asprilla en la Colombia de los ’90. 

Pero con esas generaciones se fue todo. Luego, el ocaso. Así los incaicos no participan de un Mundial desde 1982 y los colombianos desde 1998. Pero ahora todo parece haber cambiado, sobre todo para los ‘cafeteros’. El seleccionado dirigido por ‘Bolillo’ Gómez ha sido el mejor equipo de la primera fase obteniendo siete de los nueve puntos posibles. Pero más allá de los números ha sido un equipo bien conformado desde la zaga áspera y experimentada, con laterales a la ‘brasileña’ como Armero y Zúniga, un volante central que ha sido toda una revelación para los espectadores y una pesadilla para Lionel Messi como es Carlos Sánchez; y el poderío ofensivo que brindan Ramos y Moreno por los extremos y ese animal de área que se llama Radamel Falcao García. 

Colombia tiene la suerte de contar con la mejor generación de futbolistas desde la del ‘Pibe’ Valderrama, casi todos con experiencia europea y muy bien amalgamados por la mano y el paladar de Rubén Darío Gómez, ese pichón de Maturana que ha recolocado a Colombia en la consideración internacional. 

En tanto Perú, también ha tenido una buena generación con jugadores como Farfán, Pizarro, Guerrero y Vargas; pero las constantes indisciplinas de una plantilla que no ha sabido encolumnarse detrás de un objetivo común ha llevado a su selección a una cantidad incontable papelones. Pero desde la asunción de Sergio Markarián eso parece haber pasado y este entrenador uruguayo, que llevara a Paraguay al Mundial de Corea y Japón 2002, ha sabido imponer su autoridad y así los líderes han tenido que bajar la cabeza ante un tipo que es el que lleva las riendas y por sobre él, ninguno. 

Pero además de capacidad de liderazgo, Markarián ha sabido inculcar valores futbolísticos básicos como orden y sacrificio. De momento, eso es lo mejor que puede ofrecer el conjunto peruano, al que todavía le falta aceitar el funcionamiento ofensivo, más considerando las bajas de Jefferson Farfán y Claudio Pizarro y la frágil condición física de Juan Manuel Vargas. Sin embargo, José Paolo Guerrero se ha hecho cargo del peso futbolístico que le toca por su trayectoria y de él penden todas las ilusiones de los peruanos. Con rigurosidad táctica y la iluminación del delantero del Hamburgo, Perú quiere doblegar a Colombia por primera vez en 28 años. 

Un atractivo duelo entre selecciones que han sabido ser campeonas –Perú en 1939 y 1975 y Colombia en 2001-. Es más, ambos países han disputado una final, la de 1975, que se terminó yendo para la región andina. Una buena oportunidad para saber donde está parado cada uno y dar un llamado de atención a los gigantes del continente de que no se pueden dormir porque hay potencias emergentes. 

Chile-Venezuela 
(Domingo, Estadio del Bicentenario, San Juan)

por Carlos Martín Rio

Aunque la Copa América se celebró en 2007 en Venezuela, la 'vinotinto' está viviendo otra fiesta del fútbol cuatro años después, en la presente edición del certamen, en Argentina. Su empate en la primera jornada ante Brasil, su celebrado triunfo frente a Ecuador y el heroico empate contra Paraguay, en el tiempo añadido, y con el portero Renny Vega lanzado al ataque, son tres capítulos de una borrachera futbolística que busca continuidad en los cuartos de final. Sería el no va más, puesto que los venezolanos, por segunda vez consecutiva, han tocado su techo en el campeonato americano. 

Las cosas se ponen duras, llega Chile, un equipo que se ha ido encontrando consigo mismo, que parte como favorito, y que entre la crisis de liderazgo que se ha instalado en el torneo –Brasil y Argentina, clasificados en la última jornada, aún deben demostrar el porqué de los galones que se les suponen- aspira a ir más allá de las expectativas y levantar la Copa. Los de Borghi son una realidad que ha ido de menos a más, un conjunto amplio, lleno de alternativas, con talento en la creación y en la destrucción. 

Quizás en la búsqueda del fútbol compensado, el técnico ha cortado las alas a hombres como Valdivia, capaces de cambiar el partido con un sutil golpe de timón, pero el potencial ofensivo de los andinos no tiene discusión. Si tienen el día, está todo dicho. Sobre el papel no debería tener problemas ante Venezuela. Eso lo marca la lógica. Pero por suerte o por desgracia –según en qué bando uno se encuentra- esta Copa América es, cuanto menos, transgresora. 

Brasil-Paraguay 
(Domingo, Estadio Ciudad de La Plata, La Plata) 

por Carlos Martín Rio 

Brasil decepcionó en inicio al ceder un empate ante la, a priori, débil Venezuela y dejó el roto en “sólo” un descosido cuando igualó al límite del tiempo contra Paraguay, su rival en cuartos. Más tarde, solucionó la papeleta, no sin coquetear con el abismo, derrotando por 4-2 a Ecuador, una de las decepciones del torneo –más allá del genial Caicedo-. 

La “canarinha” de Menezes busca su sitio, su identidad, su estilo. Tiene calidad, denominación de origen brasileña, pero ha mostrado demasiadas debilidades. Se espera el paso adelante de Ganso, se presume inevitable la colaboración decisiva de Elano para dar un poco de clarividencia a un centro del campo cojo, y se confía en que Neymar, que ya ha abierto la lata, y Pato, un nueve que debe jugar de nueve, marquen la diferencia en el área. Porque al final lo que cuenta es quién marca más goles, quien se lleva los triunfos. La crisis de juego se soporta. Se mira para otra parte, se convence uno de que lo que importa ganar, sea como sea. La crisis de resultados, en cambio, es el epílogo de todo proyecto deportivo. Brasil y Paraguay salvaron los muebles. 

No jugaron bien los de 'Tata' Martino –uno de los técnicos más bien valorados del campeonato- contra la selección de Venezuela en el último encuentro de la fase de grupos. La derrota los enviaba al infierno y el empate a un purgatorio llamado Brasil. Supieron rehacerse del gol inicial de Rondón y con tres jugadas a balón parado se aseguraron su pase a la segunda fase. Luego vino el descontrol, y acabaron cediendo unas tablas (3-3) que ponen en duda el modelo defensivo, supuestamente férreo, de los paraguayos. En la repetición del partido de más caché del grupo B, quieren volver a sorprender a Brasil. Cierto, le dieron un buen susto a la pentacampeona (2-2), pero ahora seguro que, como gigante herido que es, va a salir con otra cara. 

Se espera una Paraguay sin demasiadas alegrías, con una defensa de tres centrales como la que ensayó ante los venezolanos. Con Da Silva, Alcaraz y Verón, y Vera y Torres volando en las alas y un centro del campo de músculo en el que Estigarribia se encargará de nutrir a los peligrosísimos Barrios y Santa Cruz. Hay dudas, temores y manías, pero se nos viene encima un partidazo.

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