martes, 22 de marzo de 2011

CAÍDA EN PICADO


por Carlos Martín Rio

¿Cómo un equipo que la temporada pasada se clasificaba para la fase previa de la Liga de Campeones está ahora hundido y pensando en evitar el descenso? ¿Qué ha pasado para que el conjunto que afrontaba el nuevo curso con la mejor pareja atacante de Italia, ahora tenga que conformarse con una plantilla de segundo nivel que no puede hacer más que evitar ser relegada a la Serie B?

Hace sólo un año, la Sampdoria era feliz. Luchaba al nivel los grandes, se permitía incluso el lujo de ganarles y tenía proyectado volver a la máxima competición europea 19 años después de aquel lejano 1992 en el que perdió en la final de Wembley ante el FC Barcelona. Unos meses después, el club blucerchiato, que ha ido perdiendo piezas clave mientras era devorado por los problemas internos y la mala gestión, está viviendo un infierno.

El primero en marcharse fue Luigi Delneri, el entrenador que en sólo una temporada había conseguido llevar al equipo hasta la cuarta plaza de la liga. La Juventus había llamado a su puerta y junto a él se fue Giuseppe Marotta, el encargado del área deportiva. Era un contratiempo, pero los objetivos del conjunto genovés continuaban siendo ambiciosos. Domenico Di Carlo, que venía de hacer dos buenas campañas en el Chievo,  se hizo cargo del equipo con la transcendente ronda previa de la Champions League  ante el Werder Bremen en el horizonte inmediato.

La derrota en esa eliminatoria y el hecho de tenerse que conformar con jugar la Europa League fue un golpe duro, esa primera chispa que acaba por provocar un incendio. La Samp no empezó con buen pie, debió reforzarse más y mejor en el mercado veraniego, y ofrecía algunas dudas. Pero el discreto rendimiento deportivo del inicio liguero, no era nada en comparación a lo que pasaría unas semanas después, a raíz de la explosión de esa bomba de relojería llamada Antonio Cassano.

Ocurrió a finales de octubre. El delantero, en medio de una disputa menor, insultó a Riccardo Garrone, el presidente de la entidad. El mandatario nunca se lo perdonó y no paró hasta verlo fuera del club. Fue un bochornoso espectáculo que no hizo más que desviar la atención mientras la hinchada clamaba por una solución amistosa que significara la vuelta a la normalidad. Pero como suele ser habitual en este tipo de casos, la absurda disputa entre el futbolista de Bari y Garrone la acabó pagando la propia entidad y el jugador acabó siendo regalado al Milan.

Mientras el equipo empezaba a perder un partido detrás de otro, ya sin Cassano, y la decepción era absoluta, se produjo un nuevo movimiento fatal en los despachos. Giampalo Pazzini, el futbolista de más talento del equipo, el delantero que maravilló formando dupla con Cassano, también hacía las maletas para irse a Milán, en su caso al Inter. Los neroazzurri sólo tuvieron que pagar 12 millones de euros y dar a Jonathan Bibiany a cambio del mejor delantero italiano del momento. Otro traspaso controvertido e incomprensible que desató las iras de una afición que se siente engañada por la cúpula directiva.

Era el fin definitivo del sueño de volver a la élite y el inicio de una cruda pesadilla. La mala gestión de la plantilla, de los traspasos, la falta de diplomacia y, claro, la falta de ambición han acabado por condenar al equipo.

Habiendo conseguido sólo 8 puntos de los últimos 42 en juego, ni siquiera el cambio de entrenador –hace dos semanas que llegó Alberto Cavasin en substitución de Di Carlo- ha frenado esta caída libre sin red. A falta de ocho jornadas todavía por disputarse y pese a que todavía tienen tres puntos de margen sobre la zona de relegación, en la Doria tiemblan al pensar que, si se mantiene esta pésima racha, son carne de descenso.


SÍ, DEFINITIVAMENTE ERAN OTROS TIEMPOS

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