por Emanuel Vergara
En boca cerrada no entran moscas, pero como en Boca desde 2008 a esta parte se habla más de lo que se juega, las moscas atragantan esa Boquita. Por la quinta jornada del Clausura 2011, Boca Juniors perdió, en el Nuevo Gasómetro, el clásico con San Lorenzo por 1 a 0. Pero este resultado desnuda fragilidades que exceden tanto al resultado en sí como a lo estrictamente deportivo.
Boca vive un año electoral, el más importante desde el de 1995 que proclamara como presidente xeneize a Mauricio Macri. Es que desde la muerte, en octubre de 2008, del entonces líder Pedro Pompilio, el club se ha visto envuelto en luchas internas para poder ocupar ese vacío de poder que el actual mandatario, Jorge Amor Ameal, no ha sabido llenar.
En lo deportivo el último título xeneize fue el Apertura 2008, tras el fallecimiento de Pompilio y con Carlos Ischia como entrenador. El ex ayudante de Carlos Bianchi siguió durante el Clausura 2009, pero la sorpresiva eliminación en octavos de final de Copa Libertadores ante Defensor Sporting de Uruguay en La Bombonera y un penoso andar en el Clausura (terminó 14º con 22 puntos) terminaron por mostrarle la puerta de salida.
A partir de aquí es cuando Ameal toma su primera decisión fuerte como presidente. Habiendo heredado la conducción de Ischia era ahora él quien debía elegir al DT de uno de los clubes más importantes del mundo. En Boca siempre todos los caminos conducen al Virrey Carlos Bianchi.
Este dijo que no, pero aceptó la propuesta para ser el manager del club. Con Bianchi manejando los destinos futbolístico del club, el elegido para sentarse en el banquillo fue Coco Basile, que venía de estar casi un año sin dirigir tras su salida de la Selección Argentina y que había ganado cinco títulos (entre 2005 y 2006) como adiestrador azul y oro.
El equipo no rindió como se esperaba, finalizó el Apertura 2009 en la undécima colocación con 27 puntos. Además cayó en primera ronda de la Copa Sudamericana frente a Velez. Y cuando todos esperaban una brisa de verano, en plena pretemporada, partido amistoso, River Plate le dio un sopapo (3-1) que forzó la salida de Coco y de Bianchi a menos de un mes del inicio del Torneo.
Sin entrenador y sin manager, y con el fixture que le ponía la soga al cuello, Amor Ameal tomó solito la decisión de darle la oportunidad a Abel Alves, entrenador de la reserva del club. Alves, que nunca había dirigido a mayores, contaba con el aliciente de ser un tipo de la casa.
Pero la apuesta salió rana y Alves no pudo manejar un grupo quebrado por la fuerte disputa interna entre Juan Román Riquelme y Martín Palermo, que a día de hoy se discuten el liderazgo del vestuario. Tal tensión se vio reflejada en los resultados.
Sin Copa Libertadores de por medio la prioridad era el Clausura y el equipo decepcionó. Sólo la victoria en el Supercláscio ante River (2-0 con goles de Gary Medel) maquilló un vergonzoso 16º lugar con 20 puntos en 19 partidos.
Obviamente Alves no resistió el varapalo y el nuevo entrenador para el Apertura 2010 fue Bichi Borghi, el actual DT de la selección chilena. El Bichi que había sido tetracampeón en Chile con Colo-Colo y había ganado el Clausura con Argentinos Juniors, venía además de con un curriculum intachable, con maneras relajadas, ideales para bajar los decibeles de un club con urgencias.
Los directivos le cumplieron al entrenador: le trajeron portero y defensa nueva (Luchetti, Insaurralde, Caruzzo y Cellay). Y el entrenador no respondió a la gente porque los jugadores no le respondieron a él. Tras un par de amagues de renuncia, la pelea con el portero que él quiso (Lucchetti) y la imposibilidad de hallar un sustituto apto de Riquelme (lesionado durante todo el semestre), Borghi llegó al Superclásico sin fuerzas.
Y River se lo comió. Fue 1-0 en El Monumental con gol de un ex Boca, el defensor Jonathan Maidana. El Bichi se fue y Boca acabó en un triste 12º puesto (25 puntos) a 20 unidades del campeón Estudiantes.
Para el presente Clausura 2011, el giro fue de 180º: del estilo audaz y descontracturado de Borghi a la rigurosidad y seriedad de otro DT campeón, Julio Falcioni (con Banfield en Apertura 2009).
A Falcioni también le trajeron los refuerzos que pidió, sobre todo Walter Ervitti, aplicó su inflexible 4-4-2 donde ha quedado colgado Riquelme (y aquí hay un foco de conflicto), pero el equipo es la misma masa uniforme de semblante anodino que deambula por la cancha. Así en cinco partidos del actual campeonato Boca sólo ha sumado cuatro unidades y ha cosechado tres derrotas ante Godoy Cruz en La Bombonera (1-4), ante Velez (1-0) y otra en el clásico con San Lorenzo.
Este desfile de entrenadores en dos años demuestra la inestabilidad institucional del club más grande de la Argentina. Con un presidente muy sólo en la conducción, rodeado de directivos que, en un año eleccionario, no quieren quedar pegados a decisiones impopulares.
De esta forma Jorge Amor Ameal ha dado manotazos de ahogado y no ha tenido un línea a la hora de elegir un estilo de entrenador. Ameal ha ido tras el ‘hit del verano’. Y así pasaron Basile (30 años de carrera ganador con el club), Alves (sin experiencia con profesionales), Borghi (ofensivo y carismático) y Falcioni (riguroso tacticista y parco).
En el medio una feroz interna entre los líderes de este equipo Martín Palermo y Juan Román Riquelme, que tiene a la plantilla dividida y donde cada elección, por parte del DT, de algún jugador de tal o cual bando supone la aceptación de uno por el enojo de otro.
El problema, causado por personas, lo tendrá la institución que con estas pésimas campañas, a partir del próximo Apertura estará comprometido con el promedio del descenso. Situación que angustia actualmente a su acérrimo rival River y que ha supuesto un sin fin de burlas.
Pero de momento pareciera no haber voluntad de cambio. Hasta la llegada de las elecciones a fin de año el club colgará el cartel de ‘cerrado por obras’. Mientras tanto, los hinchas sufren y lloran por época dorada (1998-2008) que se ve ya lejana, y no sólo en el tiempo.
BOCA Y OTROS TIEMPOS, SU ÚLTIMO TÍTULO (APERTURA 2008)
CLAUSURA 2011: SAN LORENZO 1-0 BOCA
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