lunes, 11 de abril de 2011

EL FIN DE LA ERA VAN GAAL

por Carlos Martín Rio

La relación entre Louis Van Gaal y el Bayern de Múnich ya es historia. Con todo el crédito agotado, la cúpula directiva del campeón alemán ya le había comunicado hace unas semanas que no seguiría en el club en la 2011/2012. Pero el pésimo rendimiento deportivo y los problemas con la plantilla han precipitado su despido definitivo cuando todavía faltan cinco jornadas para el final de la Bundesliga. Con él se van sus ayudantes holandeses. Andries Jonker, que hasta ahora era otro de sus asistentes, se hace cargo del equipo hasta que termine la liga. Tendrá que preparar el terreno a Jupp Heynckes, que asumirá el cargo en el banquillo muniqués este verano. Será curioso verlo este fin de semana dirigiendo a su actual equipo, el Bayer Leverkusen, ante su futuro conjunto.

El empate en el clásico de Baviera ante el Núremberg el pasado sábado (1-1), un resultado que los deja fuera de la zona que da acceso Liga de Campeones –a un punto del Hannover, tercero-, fue la gota que colmó el vaso y acabó con la paciencia de los directivos del Bayern, que fulminaron al técnico neerlandés esa misma noche.

La temporada está siendo decepcionante en todos los sentidos. Un pobrísimo arranque liguero, la eliminación en las semifinales de la copa y la caída en los octavos de la Champions ante el Inter han sido las principales razones deportivas que han provocado el despido. Pero para entender este asunto con toda la profundidad que merece,  hay que referirse también a lo dañada que estaba la relación con los futbolistas de más peso de la plantilla.

La pasada campaña fue gloriosa para el Bayern. Fueron campeones de liga y de copa en Alemania y finalistas de la Champions League. Además, la eclosión de hombres como Müller o Badstuber, futbolistas que congeniaban con una plantilla plagada de talento, hacía presagiar que se había iniciado una dinastía ganadora en el Allianz Arena. Pero con el nuevo curso todo cambió. En liga el equipo empezó horriblemente mal –no enlazó dos triunfos seguidos hasta el mes de diciembre-, mientras el Borussia de Dortmund iba abriendo una brecha insalvable. Y luego llegaron las eliminaciones de la Champions y la Copa Alemana y el panorama adquirió tintes dramáticos. 

Van Gaal no atendió a esa máxima que dice que cuando algo funciona es mejor no tocarlo y sus innovaciones fueron más destructivas que constructivas.  Se marcharon Van Bommel y Demichelis mientras el conjunto se iba derrumbando e iba perdiendo su identidad y su equilibrio. Y el siguiente podría haber sido Ribéry. Los futbolistas que, como el francés, cuestionan las decisiones del entrenador no tienen ninguna posibilidad con Van Gaal.

Su decisión de dar la alternativa al joven portero Kraft, de 22 años, en detrimento del veterano Butt, no gustó nada a los pesos pesados del vestuario, esos que hoy seguramente respiran un poco más tranquilos. Según ha expresado el presidente de la entidad, Uli Hoeness, el cambio de porteros fue el detonante de toda la problemática posterior. Ese chispazo que ha acabado por provocar el incendio que se ha llevado por delante a un técnico genial al que le pierde su obsesión por conservar su autoridad caiga quien caiga.

Como  cuando se tuvo que ir, también por la puerta de atrás, de Barcelona, habrá que esperar a que el tiempo cure todas las heridas superficiales para que se empiece a valorar el trabajo que ha hecho Van Gaal en el Bayern. Los aspectos positivos de su trabajo, que los hay, no deben caer en el olvido. Parte de su legado deportivo ayudará, sin duda, a desarrollar el nuevo proyecto que encabezará Heynckes. 

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