domingo, 17 de abril de 2011

LOS CUATRO CLÁSICOS (I)

por Carlos Martín Rio

El empate de ayer entre Barça y Madrid fue un planteamiento perfecto para esta historia de los cuatro clásicos en la que nos encontramos sumergidos. Conocimos las intenciones de los principales personajes, descubrimos cuál va a ser el guión a seguir y que rol ha adoptado cada conjunto.

Así pues, Mourinho no se guardó ninguna carta y sacrificó a Özil para colocar a Pepe delante de la defensa y tratar así de entorpecer la circulación de balón barcelonista. El técnico portugués, con este planteamiento tan defensivo, no trató de disputarle el dominio en el centro del campo al Barça tal y como hizo en el partido de ida en el Camp Nou –no hace falta recordar que los catalanes le metieron cinco a los madrileños en esa ocasión-.

Por el Barça, la gran sorpresa fue la inclusión de Puyol en el once inicial. El capitán –que se tuvo que retirar en la segunda para a causa de una contractura- permitió dar aire a una defensa tocada por las bajas. En el aspecto táctico, el Barça fue el de siempre. Trató de llegar combinando al área rival, y lo consiguió, pero Messi y Villa, los más peligrosos en ataque, no estuvieron acertados en el remate.

El planteamiento de Mourinho, alejado de lo que históricamente ha representado el Real Madrid, más cercano a lo que puede proponer cualquier equipo mediano o pequeño cuando juega contra el Barça, se justifica cuando Ronaldo, Di María, Marcelo, Benzema o Adebayor salen al contraataque. Así, y a balón parado, fue donde el Madrid tuvo sus mejores ocasiones de gol. Ni siquiera la justa expulsión de Albiol afectó demasiado a los merengues, puesto que en su esquema de juego, tener que prescindir de un futbolista durante el tramo final de un partido no supone un problema demasiado grande.

De todas maneras, con el 0-1, los azulgranas tuvieron contra las cuerdas a su rival. Movieron el balón con mucha más fluidez de lo que lo habían hecho antes y estuvieron a punto de sentenciar. Pero si algo tiene el Madrid de Mou, percepciones puramente futbolísticas aparte, es carácter. Supo ir apagando la ofensiva barcelonista y se lanzó al ataque hasta conseguir el empate. De todos modos, contó con la complicidad de un Barcelona que, consciente de que el empate –y mantener la renta de ocho puntos en la liga- no era tampoco un mal resultado, no persiguió la sentencia con demasiado ímpetu.

Se puede decir que el Barça fue superior. Tuvo más el balón y lo tuvo más cerca de Casillas, pero eso no significa que el empate no represente bien lo que se vio sobre el césped. Dos equipos de carácter futbolístico opuesto, casi antagónico, que juegan sus bazas lo mejor que pueden. Un buen primer capítulo para ir abriendo boca. Eso sí, la liga hoy es un poco más blaugrana que ayer.

El miércoles, la final de Copa.

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