El rugido es fuerte, encuentra eco y retumba porque es visceral e imperativo. El rugido no tiene otra intención que anteponer su voz a la de los otros, es la ley de la selva o el monte. En México hay uno que ruge más que todos y no le vengan a éste con historias de Chivas, Águilas o Tigres, pues el rey de la selva en México es Pumas.
Ayer por la vuelta de la final del Clausura mexicano en el Estadio Olímpico Universitario del DF, los Pumas de la UNAM se impusieron por 2-1 a Morelia con goles de Paco Palencia y un lujo burgués de Javier Cortés, una de las joyas de la cantera universitaria. De esta forma el equipo dirigido por Memo Vázquez sumó la séptima corona de su historia, la cuarta en los últimos siete años y la primera desde el Clausura 2009.
Y no ha sido fácil el andar de los auriazules, pues cuando todo parecía encaminado para asegurarse el primer puesto de la clasificación general, en la última jornada recibía en el clásico capitalino a las Águilas del América. El Olímpico estaba montado para una fiesta, pero el clásico rival, que se jugaba su pase a la Liguilla, le encestó un duro golpe (0-2), que les hizo perder la punta –quedaron 2º por detrás de Tigres- y acrecentar las dudas de un equipo muy joven de la mano de un entrenador con menos de un año al mando de mayores.
Para colmo, el rival en cuartos de final fue Monterrey, último campeón nacional y monarca continental tras adjudicarse la Concachampions que le permitirá jugar a fin de año el Mundial de Clubes, y con una plantilla plagada de estrellas como ‘Chupete’ Suazo y Neri Cardozo, entre otros. Y el partido de ida, acrecentó aun más el ego de los escépticos pues a los 47 minutos Monterrey ganaba 3-0, pero a menos de media hora para el final del encuentro, el argentino Martín Bravo recortó diferencias e inyectó una dosis de optimismo de cara a la revancha en el DF.
Para la vuelta los pronósticos no eran los mejores, pues los ‘Rayados’ que acababan de adjudicarse la Champions de la CONCACAF, gozaban de la pleitesía de los medios especializados y tenían el cartel de favoritos en las casas de apuesta, además de un estado anímico por las nubes. Pero, los del Pedregal se armaron de coraje y bajo el axioma “no hay mejor ataque que una buena defensa” completaron el formulario que los depositó en semifinales. Pues gracias a los goles de los defensores Efraín Velarde y Luis Fuentes igualaron la eliminatoria en tres goles, pero avanzaron por mejor clasificación durante la fase regular.
Si los cuartos habían sido peludos, las semifinales ni hablar. Los esperaban las Chivas de Guadalajara, uno de los grandes candidatos. Los ‘Tapatíos’ se habían mostrado como un equipo irregular, pero que de mitad de campo en adelante con jugadores como Alberto Medina, más los jóvenes talentos –que han sido la canción del verano en este Clausura- Marco Fabián de la Mora y Erick ‘Cubo’ Torres eran irresistibles. Incluso en cuartos se cargaron a los líderes de la general, Tigres, con un global de 4-2.
Pero las Chivas mostraron su peor versión y Pumas dio un rugido de campeón para que de una vez por todas terminaran por tomarlo en serio. Tras un muy buen punto logrado en el Omnilife de Guadalajara (1-1) con otro gol de Efraín Velarde, el desquite en Ciudad Universitaria se mostraba un poco más relajado que el de la fase anterior. Y así fue, en gran medida gracias al desequilibrio del joven Javier Cortés que aportó un gol para meter al equipo en una final que de antemano nadie esperaba. El paraguayo Dante López liquidó el expediente y los de Memo Vázquez accedieron a la final.
Allí los esperaba Morelia, que había sido tercero durante la fase regular y que, con una plantilla más experimentada, si bien no partía como un claro favorito se lo veía como una escuadra más consistente y con alto poder de fuego en las botas de Miguel Sabah y Rafael Márquez –homónimo del conocido Rafa ex Barça-. Y la final fue como los son todas. Reñidas, cerradas y emocionantes.
La ida en Morelos quedó en tablas (1-1). Y allí fue cuando los grandes sacaron la cara por los chicos, siendo Paco Palencia, incombustible a sus 38 años, el hombre de la serie al haber marcado el gol en la ida y haber transformado un penal en gol en la vuelta con una tranquilidad inquebrantable. Sin embargo, otro penal, tras una salida innecesariamente desesperada del portero Alejandro Palacios, igualó el marcador.
Pero en la segunda parte, donde en ese desierto que era la tarde de sol en el DF, se pronosticaba sequía prolongada, Javier Cortés, delantero picante categoría 89, sacó agua de donde no había y en una jugada Messi-ánica desniveló para siempre el marcador y dio al conjunto capitalino su séptimo entorchado.
Razones hay varias. Desde una segura zaga central compuesta por el internacional paraguayo Darío Verón y ‘Pikolín’ Palacios, el fresco atrevimiento de los chavales de la cantera como Efraín Velarde, Javier Cortés o Carlos Orrantia, mezclado en su dosis justa por la experiencia de caciques de mil batallas como Paco Palencia y el brasileño Leandro Augusto, hasta el apoyo permanente de su hinchada, de las más seguidoras de México. Con la chispa adecuada, Memo Vázquez confraternizó los ingredientes para continuar con la receta del club con alma de Hugo Sánchez y Cabinho.
Ayer por la vuelta de la final del Clausura mexicano en el Estadio Olímpico Universitario del DF, los Pumas de la UNAM se impusieron por 2-1 a Morelia con goles de Paco Palencia y un lujo burgués de Javier Cortés, una de las joyas de la cantera universitaria. De esta forma el equipo dirigido por Memo Vázquez sumó la séptima corona de su historia, la cuarta en los últimos siete años y la primera desde el Clausura 2009.
Y no ha sido fácil el andar de los auriazules, pues cuando todo parecía encaminado para asegurarse el primer puesto de la clasificación general, en la última jornada recibía en el clásico capitalino a las Águilas del América. El Olímpico estaba montado para una fiesta, pero el clásico rival, que se jugaba su pase a la Liguilla, le encestó un duro golpe (0-2), que les hizo perder la punta –quedaron 2º por detrás de Tigres- y acrecentar las dudas de un equipo muy joven de la mano de un entrenador con menos de un año al mando de mayores.
Para colmo, el rival en cuartos de final fue Monterrey, último campeón nacional y monarca continental tras adjudicarse la Concachampions que le permitirá jugar a fin de año el Mundial de Clubes, y con una plantilla plagada de estrellas como ‘Chupete’ Suazo y Neri Cardozo, entre otros. Y el partido de ida, acrecentó aun más el ego de los escépticos pues a los 47 minutos Monterrey ganaba 3-0, pero a menos de media hora para el final del encuentro, el argentino Martín Bravo recortó diferencias e inyectó una dosis de optimismo de cara a la revancha en el DF.
Para la vuelta los pronósticos no eran los mejores, pues los ‘Rayados’ que acababan de adjudicarse la Champions de la CONCACAF, gozaban de la pleitesía de los medios especializados y tenían el cartel de favoritos en las casas de apuesta, además de un estado anímico por las nubes. Pero, los del Pedregal se armaron de coraje y bajo el axioma “no hay mejor ataque que una buena defensa” completaron el formulario que los depositó en semifinales. Pues gracias a los goles de los defensores Efraín Velarde y Luis Fuentes igualaron la eliminatoria en tres goles, pero avanzaron por mejor clasificación durante la fase regular.
Si los cuartos habían sido peludos, las semifinales ni hablar. Los esperaban las Chivas de Guadalajara, uno de los grandes candidatos. Los ‘Tapatíos’ se habían mostrado como un equipo irregular, pero que de mitad de campo en adelante con jugadores como Alberto Medina, más los jóvenes talentos –que han sido la canción del verano en este Clausura- Marco Fabián de la Mora y Erick ‘Cubo’ Torres eran irresistibles. Incluso en cuartos se cargaron a los líderes de la general, Tigres, con un global de 4-2.
Pero las Chivas mostraron su peor versión y Pumas dio un rugido de campeón para que de una vez por todas terminaran por tomarlo en serio. Tras un muy buen punto logrado en el Omnilife de Guadalajara (1-1) con otro gol de Efraín Velarde, el desquite en Ciudad Universitaria se mostraba un poco más relajado que el de la fase anterior. Y así fue, en gran medida gracias al desequilibrio del joven Javier Cortés que aportó un gol para meter al equipo en una final que de antemano nadie esperaba. El paraguayo Dante López liquidó el expediente y los de Memo Vázquez accedieron a la final.
Allí los esperaba Morelia, que había sido tercero durante la fase regular y que, con una plantilla más experimentada, si bien no partía como un claro favorito se lo veía como una escuadra más consistente y con alto poder de fuego en las botas de Miguel Sabah y Rafael Márquez –homónimo del conocido Rafa ex Barça-. Y la final fue como los son todas. Reñidas, cerradas y emocionantes.
La ida en Morelos quedó en tablas (1-1). Y allí fue cuando los grandes sacaron la cara por los chicos, siendo Paco Palencia, incombustible a sus 38 años, el hombre de la serie al haber marcado el gol en la ida y haber transformado un penal en gol en la vuelta con una tranquilidad inquebrantable. Sin embargo, otro penal, tras una salida innecesariamente desesperada del portero Alejandro Palacios, igualó el marcador.
Pero en la segunda parte, donde en ese desierto que era la tarde de sol en el DF, se pronosticaba sequía prolongada, Javier Cortés, delantero picante categoría 89, sacó agua de donde no había y en una jugada Messi-ánica desniveló para siempre el marcador y dio al conjunto capitalino su séptimo entorchado.
Razones hay varias. Desde una segura zaga central compuesta por el internacional paraguayo Darío Verón y ‘Pikolín’ Palacios, el fresco atrevimiento de los chavales de la cantera como Efraín Velarde, Javier Cortés o Carlos Orrantia, mezclado en su dosis justa por la experiencia de caciques de mil batallas como Paco Palencia y el brasileño Leandro Augusto, hasta el apoyo permanente de su hinchada, de las más seguidoras de México. Con la chispa adecuada, Memo Vázquez confraternizó los ingredientes para continuar con la receta del club con alma de Hugo Sánchez y Cabinho.
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