El último fin de semana Nacional se impuso 1-0 a Defensor Sporting por la final del Uruguayo 2010-2011 y alzó su 32º título del profesionalismo. La noche montevideana se vistió de blanco, azul y rojo y, con nombres propios, vitoreó a cada uno de los héroes que alzaron el trofeo. Desde el entrenador Juan Ramón Carrasco, hasta los puntales de la defensa Alejandro Lembo y Sebastián Coates, pasando por el capanga del mediocampo Facundo Píriz, la magia creativa de Tabaré Viudez y la potencia goleadora del ‘Morro’ García.
Pero si hubo alguien que se llevó todos los flashes, ovaciones y el momento lacrimógeno de la noche, ese fue el argentino Marcelo Daniel Gallardo que, cuando ingresó a los 66 minutos de juego por Richard Porta, disputó sus últimos 24 como futbolista profesional. Lastrado por las lesiones que, según él mismo, lo hacían sufrir en el gimnasio siete días para jugar 20 minutos, el ex River –entre otros- había anunciado durante la semana que la final ante los ‘violetas’ marcaría su retiro.
Sólo 15 partidos duró el idilio entre el ‘Muñeco’ y ‘El Bolso’, pero su huella será imborrable, pues ninguno de sus compañeros dudó a la hora de referirse a él como fundamental tanto en el campo de juego, con lo poco que pudo estar, como en el vestuario donde su experiencia fue base para soportar una estructura fresca pero joven. En ese lapso, Gallardo sufrió una grave lesión que lo mantuvo inactivo durante cinco meses, demasiado para un tipo de 35 pirulos.
La historia del Gallardo futbolista acabó en Montevideo, pero empezó mucho antes en Buenos Aires. El ‘10’ es uno de los referentes de las últimas dos décadas del Club Atlético River Plate, donde de la mano de Daniel Passarella debutó en 1993. Durante sus primeros años en ‘El Monumental’, debió soportar estar a la sombra de otro ídolo como el ‘Burrito’ Ortega. Así Gallardo fue un actor de reparto en las consecuciones de los Torneos Apertura de 1993, 1994 y 1996; así como de la Libertadores 1996, la última de los de Núñez.
Pero una vez que Ortega se fue a Valencia –enero de 1997-, el ‘Muñeco’ se volvió protagónico y, con perdón de ‘La Máquina’, condujo en el campo de juego al mejor River de la historia. Ese que ganó el tricampeonato local y la Supercopa de 1997. En esos momentos, el ahora ex futbolista conformaba un poderoso tridente ofensivo junto al uruguayo Enzo Francescoli y al chileno Marcelo Salas.
En 1999, el originario de Merlo –provincia de Buenos Aires- fue transferido al Mónaco francés cerrando así su primera etapa con ‘La Banda’. No tuvo la suerte de alzar la Libertadores de 1999, su gran objetivo, porque Palmeiras –a la postre campeón- lo frenó en seco en semifinales. Pero se fue con la tranquilidad de dejar su legado a un tal Pablo Aimar que continuaría con la dinastía de enganches riverplatenses que, en líneas sucesorias, seguirían D'Alessandro, Buonanotte y Lamela.
En Mónaco no necesitó tiempo de adaptación y, ni bien llego, armó una letal sociedad con el franco-argentino David Trezeguet que fue el deleite de todo el principado que gozó de los beneficios de esa dupla que, sumada a la dirección de Claude Puel y los aportes de tipos como Rafa Márquez y Sabri Lamouchi, dieron a los monegascos su séptima corona y hasta ahora, con descenso a la Ligue 2 incluido, la última. Tan grande fue el aporte de Gallardo que ese año fue premiado como el mejor jugador de la temporada. Con el AS Mónaco ganó también la Supercopa 2000 y la Copa de la Liga 2003. En total, el ‘Muñe’ disputó 103 partidos y marcó 18 goles con el club francés.
En 2003, Gallardo volvió a River Plate junto al chileno Salas para reverdecer viejos laureles. Pero ni él ni el ‘Matador’ tuvieron continuidad culpa de las constantes lesiones que, en definitiva, terminaron marcando el final de la carrera de ambos. Sin embargo, en esta segunda etapa en el club de sus amores volvió a probar las mieles del éxito con la obtención del Clausura 2004. En 2007, el mismo Passarella que lo había hecho debutar en 1993, le comunicaba que no entraba en sus planes por lo que el ídolo debió abandonar el club.
Su destino fue otra vez Francia, pero en esta ocasión París, para jugar en el PSG. En la ciudad luz apenas estuvo una temporada en la que participó poco (22 partidos, 2 goles), pero en la que sin embargo alcanzó a cosechar otro título: Copa de la Liga 2008. Con pocos minutos en el Saint Germain, armó las valijas con destino a Washington donde lo esperaba, en la MLS, el DC United. Un puñado de partidos y cuatro goles le alcanzaron para ganar con los capitalinos la US Open Cup –algo así como la Copa del Rey yankee- antes de volver a su River.
Su última etapa en Núñez se cerró huérfana de campeonatos, coincidiendo con el peor momento de la historia del club, que ahora se debate entre la permanencia y la promoción. El 14 de mayo de 2010, en ‘El Monumental’ River y Tigre cerraban el Torneo Clausura. Ángel Cappa, que no dejó nada en la institución, tuvo al ‘Muñeco’ en el banco sin hacerlo ingresar siquiera un minuto en la derrota ‘millonaria’ por 1-5. Así se cerraba para siempre la historia de Gallardo y River sin poderse despedir por el capricho de un extraño. En sus tres etapas con ‘La Banda’, el ‘10’ disputó 275 partidos, marcó 65 goles y obtuvo ocho campeonatos.
La Selección Argentina también fue una de sus novias más queridas. Debutó en 1994, también con Daniel Passarella como entrenador y disputó los mundiales de Francia 1998 y Corea y Japón 2002. En total, de albiceleste disputó 71 partidos en los que marcó 22 goles y obtuvo la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Y un día tuvo que decir adiós este Muñeco que supo invertir la condena de su apodo maneable y, desde su fútbol, manejó los hilos de cuanto equipo jugó para, de esa form,a ser un titiritero domando su mote. Ese talentoso enganche con visión y pegada que cosechó 15 títulos en toda su carrera y que fue campeón en todos los clubes que jugó. Marcelo Gallardo este ventrílocuo que habló desde el buen trato del balón se despidió a lo grande, campeón con Nacional de Montevideo.
Pero si hubo alguien que se llevó todos los flashes, ovaciones y el momento lacrimógeno de la noche, ese fue el argentino Marcelo Daniel Gallardo que, cuando ingresó a los 66 minutos de juego por Richard Porta, disputó sus últimos 24 como futbolista profesional. Lastrado por las lesiones que, según él mismo, lo hacían sufrir en el gimnasio siete días para jugar 20 minutos, el ex River –entre otros- había anunciado durante la semana que la final ante los ‘violetas’ marcaría su retiro.
Sólo 15 partidos duró el idilio entre el ‘Muñeco’ y ‘El Bolso’, pero su huella será imborrable, pues ninguno de sus compañeros dudó a la hora de referirse a él como fundamental tanto en el campo de juego, con lo poco que pudo estar, como en el vestuario donde su experiencia fue base para soportar una estructura fresca pero joven. En ese lapso, Gallardo sufrió una grave lesión que lo mantuvo inactivo durante cinco meses, demasiado para un tipo de 35 pirulos.
La historia del Gallardo futbolista acabó en Montevideo, pero empezó mucho antes en Buenos Aires. El ‘10’ es uno de los referentes de las últimas dos décadas del Club Atlético River Plate, donde de la mano de Daniel Passarella debutó en 1993. Durante sus primeros años en ‘El Monumental’, debió soportar estar a la sombra de otro ídolo como el ‘Burrito’ Ortega. Así Gallardo fue un actor de reparto en las consecuciones de los Torneos Apertura de 1993, 1994 y 1996; así como de la Libertadores 1996, la última de los de Núñez.
Pero una vez que Ortega se fue a Valencia –enero de 1997-, el ‘Muñeco’ se volvió protagónico y, con perdón de ‘La Máquina’, condujo en el campo de juego al mejor River de la historia. Ese que ganó el tricampeonato local y la Supercopa de 1997. En esos momentos, el ahora ex futbolista conformaba un poderoso tridente ofensivo junto al uruguayo Enzo Francescoli y al chileno Marcelo Salas.
En 1999, el originario de Merlo –provincia de Buenos Aires- fue transferido al Mónaco francés cerrando así su primera etapa con ‘La Banda’. No tuvo la suerte de alzar la Libertadores de 1999, su gran objetivo, porque Palmeiras –a la postre campeón- lo frenó en seco en semifinales. Pero se fue con la tranquilidad de dejar su legado a un tal Pablo Aimar que continuaría con la dinastía de enganches riverplatenses que, en líneas sucesorias, seguirían D'Alessandro, Buonanotte y Lamela.
En Mónaco no necesitó tiempo de adaptación y, ni bien llego, armó una letal sociedad con el franco-argentino David Trezeguet que fue el deleite de todo el principado que gozó de los beneficios de esa dupla que, sumada a la dirección de Claude Puel y los aportes de tipos como Rafa Márquez y Sabri Lamouchi, dieron a los monegascos su séptima corona y hasta ahora, con descenso a la Ligue 2 incluido, la última. Tan grande fue el aporte de Gallardo que ese año fue premiado como el mejor jugador de la temporada. Con el AS Mónaco ganó también la Supercopa 2000 y la Copa de la Liga 2003. En total, el ‘Muñe’ disputó 103 partidos y marcó 18 goles con el club francés.
En 2003, Gallardo volvió a River Plate junto al chileno Salas para reverdecer viejos laureles. Pero ni él ni el ‘Matador’ tuvieron continuidad culpa de las constantes lesiones que, en definitiva, terminaron marcando el final de la carrera de ambos. Sin embargo, en esta segunda etapa en el club de sus amores volvió a probar las mieles del éxito con la obtención del Clausura 2004. En 2007, el mismo Passarella que lo había hecho debutar en 1993, le comunicaba que no entraba en sus planes por lo que el ídolo debió abandonar el club.
Su destino fue otra vez Francia, pero en esta ocasión París, para jugar en el PSG. En la ciudad luz apenas estuvo una temporada en la que participó poco (22 partidos, 2 goles), pero en la que sin embargo alcanzó a cosechar otro título: Copa de la Liga 2008. Con pocos minutos en el Saint Germain, armó las valijas con destino a Washington donde lo esperaba, en la MLS, el DC United. Un puñado de partidos y cuatro goles le alcanzaron para ganar con los capitalinos la US Open Cup –algo así como la Copa del Rey yankee- antes de volver a su River.
Su última etapa en Núñez se cerró huérfana de campeonatos, coincidiendo con el peor momento de la historia del club, que ahora se debate entre la permanencia y la promoción. El 14 de mayo de 2010, en ‘El Monumental’ River y Tigre cerraban el Torneo Clausura. Ángel Cappa, que no dejó nada en la institución, tuvo al ‘Muñeco’ en el banco sin hacerlo ingresar siquiera un minuto en la derrota ‘millonaria’ por 1-5. Así se cerraba para siempre la historia de Gallardo y River sin poderse despedir por el capricho de un extraño. En sus tres etapas con ‘La Banda’, el ‘10’ disputó 275 partidos, marcó 65 goles y obtuvo ocho campeonatos.
La Selección Argentina también fue una de sus novias más queridas. Debutó en 1994, también con Daniel Passarella como entrenador y disputó los mundiales de Francia 1998 y Corea y Japón 2002. En total, de albiceleste disputó 71 partidos en los que marcó 22 goles y obtuvo la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Y un día tuvo que decir adiós este Muñeco que supo invertir la condena de su apodo maneable y, desde su fútbol, manejó los hilos de cuanto equipo jugó para, de esa form,a ser un titiritero domando su mote. Ese talentoso enganche con visión y pegada que cosechó 15 títulos en toda su carrera y que fue campeón en todos los clubes que jugó. Marcelo Gallardo este ventrílocuo que habló desde el buen trato del balón se despidió a lo grande, campeón con Nacional de Montevideo.
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