sábado, 14 de mayo de 2011

BOCA-RIVER, EL PLACER DE JUGAR POR LA COCA-COLA

por Emanuel Vergara

Lejos en el tiempo ha quedado la época en la que el por entonces entrenador de River Ramón Díaz y el ex presidente de Boca Mauricio Macri asistían en la semana previa al Superclásico a los programas de televisión y se apostaban camionetas y demás cosas. El glamour y la ostentación parecen ser cosa del pasado para los más grandes del fútbol argentino.

Lejos en el tiempo quedan las épocas en que ambos equipos se disputaban palmo a palmo el torneo local y llegaban a instancias decisivas en el plano internacional. Con objetivos muchos más modestos, pero no por eso menos importantes en virtud de lo que se juegan, Boca Juniors y River Plate disputarán en La Bombonera la versión 188 del partido más atractivo del mundo.

Desde 2008, año en el que River ganó el Clausura y Boca el Apertura, los eternos rivales vienen en franca decadencia deportiva e institucional. En ese lapso, los Millonarios fueron colistas por primera vez en su historia –Apertura 08, que ganaron los Xeneizes- y no han sido protagonistas en ningún campeonato. De hecho su mejor actuación fue en el último Apertura donde finalizó cuarto con 31 unidades.

Ese cuarto puesto se vivió como un bálsamo en medio de la tormenta que han sido los últimos tres años que han empujado al club más laureado del país (33 títulos) al precipicio de la lucha por no descender, situación atípica en su centenaria historia. De hecho, una derrota de los de JJ López en el feudo boquense y una victoria de Olimpo sobre Independiente colocarán a La Banda en zona de promoción con sólo cinco jornadas por delante y un fixture nada alentador donde deberá medirse con equipos como San Lorenzo, Estudiantes y Lanús.

Por el lado de Boca, que todavía cuenta en el promedio con el puntaje con el que fue campeón en el Apertura 2008, el descenso no es un tema que ahora mismo le pase factura. Pero a partir de la próxima temporada los Xeneizes perderán el registro del año en el que fueron campeones y, así las cosas, si la temporada finalizara hoy comenzaría el curso 2011-2012 con sólo dos equipos separándolo de la zona de promoción. Por lo que es de vital importancia para los de Julio Falcioni cerrar bien este penoso Clausura para no sufrir el año siguiente lo que su vecino está sufriendo ahora.

Otro de los condimentos que hacen del encuentro de mañana un partido ‘Top Special’ es que será el último Superclásico del Loco Martín Palermo. Luego del Mundial de Sudáfrica, donde con sólo diez minutos en cancha hizo más goles que Messi, El Titán anunció que al término de la 2010-2011 colgaría las botas, tras una dilatada trayectoria que lo ha llevado a ser el máximo goleador de la historia de Boca con una carrera que ni siquiera se le hubiera ocurrido escribirla al Dante.

Y Martín durante los últimos 14 años ha tenido un rol protagónico en este match de película. Desde que llegara a la institución de La Ribera en 1997, Palermo le ha convertido 15 goles a River (siete oficiales). Y los ha hecho de todos los colores: de cabeza, desde fuera del área, con zurda, con derecha, con lluvia, sin lluvia y hasta se dio el lujo de ser goleador en el último encuentro como profesional de Diego Maradona -25 de octubre de 1997, 1-2 en El Monumental-.

Pero si hay un gol que ha quedado en la retina del pueblo azul y oro es el del partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000 en La Bombonera. El 24 de mayo de 2000, Boca debía revertir el 2-1 de la ida. En la semana previa el entonces DT Carlos Bianchi anunció que El Optimista del Gol iría al banco de suplentes luego de siete meses de baja por una rotura de ligamentos. Incrédulo, Tolo Gallego –DT de River- dijo “si ellos llevan a Martín yo llevo a Francescoli”. El pez por la Boca muere y esa noche Martín fue un tiburón.

Con la cancha semimojada por una fina garúa, Palermo, que había ingresado a los 77 por Alfredo Moreno, esperó su momento estelar. Minuto 94, Boca ganaba 2-0, River estaba totalmente volcado en ataque buscando el gol que forzara los penales, pero una contra fulgurante de los Xeneizes cayó en la piernas del Titán y ante la pasividad de los defensores millonarios y con todo el tiempo y espacio del mundo, Palermo la acomodó entre el palo y Tito Bonano. El encuentro se acabó con esa conquista y el delantero fue llevado en andas por sus compañeros con las lágrimas que se confundían con el agua bendita que caía del cielo.

Pero Boca y River en sí es un atractivo más allá de los condimentos que lo adornan. Como los Capuletos y los Montescos la historia de Bosteros y Millonarios es un constante devenir de cuentas pendientes que nunca terminan de saldarse y por eso siempre hay un motivo por el que jugar, así sea por quien paga la Coca-Cola.

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